Yao Anqi descansó en casa durante un día entero antes de volver a trabajar en el hospital. Sin embargo, sus piernas aún se sentían débiles.
Pero, estaba contenta de que ella y Mo Zixi finalmente entendieran el corazón del otro y ya no tuviera un Chen Jingrong entre ellos.
Mientras recordaba su apasionado encuentro de la noche anterior, el rostro de Yao Anqi se enrojeció subconscientemente. Nunca imaginó que Mo Zixi haría lo que quisiera y que no tendría autocontrol.
Este hombre parecía honesto y correcto, pero era sólo un lego en lo que se refiere a las mujeres.
Un poco más tarde, Yao Anqi recibió una llamada de Tangning pidiéndole que llevara a Xingzhe a casa a cenar. Al darse cuenta de que no había visitado el Hyatt Regency desde que se mudó a casa, aceptó felizmente la petición de Tangning. Después de todo, Mo Ziyan estaba desesperado por ver a Xingzhe. A pesar de que sólo habían pasado unos pocos días, ¡ya lo echaba de menos como una loca!
