Luego de la gala, la fama de Tangning había vuelto a subir como la espuma. Sin embargo, su agencia continuaba arrastrándola hacia el fondo. Los altos mandos de Tianyi llegaron a su límite con Han Yufan: no podía seguir reprimiendo a Tangning y tampoco podía ganársela de nuevo. Era más inútil que el guardia de seguridad que cuidaba la puerta principal. Él era la razón por la cual Tianyi se había convertido en un lugar tan sucio.
Algunos accionistas expresaron su intención de retirar sus acciones mientras se burlaban y presionaban a Han Yufan; habían perdido la esperanza en Tianyi. Al regresar a su oficina, Han Yufan estaba tan furioso que rompió cada objeto que estaba a la vista. Cada hueso en su cuerpo estaba lleno de odio hacia Tangning.
En este momento, las modelos novatas que había conseguido antes Han Ruoxue, llegaron a la oficina para firmar sus contratos. Al ver a Lan Yu, Han Yufan inmediatamente la llamó:
—¿Alguna vez has hecho un desfile?