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—Segunda señorita…
El ama de llaves siguió a Lin Qian y escuchó sus despiadadas palabras.
Mientras observaba la mirada conmocionada y dolida de Quan Ziye, a Lin Qian también se le había encogido el corazón. Después de todo, desde que era pequeña, siempre había dependido de su hermano mayor. Sin embargo, las cosas que la Madre Quan hizo en el pasado ya le habían roto el corazón.
—Ama de llaves, cuida bien de él —pidió Lin Qian antes de que se diera la vuelta y se fuera.
Quan Ziye la vio irse sin siquiera mirar atrás y casi se rio:
—Mira lo despiadada que puede ser...
—Señor, si lo que la Segunda Señorita dijo es verdad, ¿qué va a hacer? —preguntó el ama de llaves con impotencia—. Si la Señora realmente hizo lo que dijo, entonces...
