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Pasaron más de tres meses. A estas alturas, los dos bribones ya podían moverse por su cuenta. Así que, cuando Tangning cuidaba a los niños, apenas tenía la oportunidad de mantenerse erguida.
Zichen era descarado y Zixi siempre seguía a su hermano mayor. Los dos bribones se arrastraban por el suelo, tomando turnos para perseguirse. Tangning sostenía su cámara en una mano y en la otra tenía unos bocadillos. Sus días pasaron con genuina alegría.
—Me doy cuenta de que estás disfrutando de tu actual estilo de vida —admiraba Long Jie—. No estás filmando nada, no tienes nada programado y estás completamente fuera del ojo público, pero aún así has echado una red en la industria del entretenimiento.
—Sí, lo estoy disfrutando. ¿Cómo le está yendo a Luo Sheng? —inquirió Tangning, examinando su cámara mientras le preguntaba a Long Jie.