—¿Qué droga? —preguntó Hua Wengfeng fingiendo no saber nada al respecto.
—Quinidina —replicó Mo Ting en un tono profundo, peligroso y, desde luego, amenazador.
Aunque Mo Ting había asustado a Hua Wenfeng, ésta se obligó a mantener la compostura y siguió negándolo todo.
—No sé de qué estás hablando, Mo Ting. ¿Es así como tratas a tu madre?
—Seas mi madre o no, dejemos eso a un lado por el momento. Simplemente quiero saber si conoces una droga llamada quinidina.
Hua Wenfeng se vio obligado a mirar directamente a los ojos de Mo Ting. Estaba paralizada por su mirada intimidante. De hecho, había una voz en su cabeza que le decía que si seguía siendo obstinada, definitivamente acabaría cortada en pedazos. Sin embargo, no podría confesar su crimen.
—Dado que trabajo en biotecnología, por supuesto que sé lo que es la quinidina. Mo Ting, ¿cuál es el significado de tu pregunta?
—¿Has ocasionado el incendio de la tarde?