—Ya es suficiente, ¿qué más puedo hacer? Xiwen no me dejará en paz ni a mí ni a Luo Xing. El resultado será el mismo, haga lo que haga. Señorita Song, retírese, por favor.
Xia Jingyi se dio la vuelta y le miró orgullosamente a Song Yanshu. Hacía bastante tiempo que su mente era un desastre. Su mensaje era muy claro: ella no podía hacer nada al respecto.
En realidad, antes de que llegase Song Yanshu, ella ya había predicho este resultado. Pero aún así decidió apostar. Quería ver si la mujer que alguna vez le había gustado a Tang Jingxuan tendría, al menos, un poco de conciencia y coraje.
No obstante, después de escuchar la respuesta de Xia Jingyi, Song Yanshu se rio...
—Dado que has decidido rendirte con Luo Xing, no vayas a lamentarlo entonces.
Al terminar de hablar, Song Yanshu se puso de pie y abandonó la habitación.
Lentamente, Xia Jingyi volvió la vista hacia ella. En ese momento, se autocompadeció.
