En aquel momento, incluso Xia Yuling casi había perdido el control. Nunca se había imaginado que Tang Xuan sería tan despiadada. Aunque Tangning conocía todos sus planes, nunca había pensado en condenarla a muerte. Sin embargo, algunas personas simplemente no iban a soltarla, sin importar cuánta misericordia se les mostraba.
Xia Yuling quería levantarse de su asiento con rabia, pero el anciano Tang la retuvo.
—Deja este asunto en mis manos. No dejaré que ni tú ni la pequeña Ning sufran de nuevo.
Xia Yuling miró la firme mirada del anciano Tang y finalmente se sentó en su asiento. Iba a esperar a ver si el anciano Tang realmente tenía el corazón para manejar el asunto con justicia.
—Ya no forma parte de la familia Tang, pero aún así, en su vientre hay un niño de la familia Tang. Después de que dé a luz, les daré una respuesta satisfactoria.