Para acelerar el proceso de descubrir la verdad, Lu Che fingió haber caído en el truco del culpable y fue a buscar nuevamente a la doctora.
—Doctora Lin, la señora se ha calmado y ha accedido a aceptar el tratamiento que usted ha sugerido. El presidente Mo me ha ordenado que vaya a hacer los arreglos con usted.
—El tumor necesita ser extirpado tan pronto como sea posible, así que es importante que la anotemos inmediatamente para una operación —afirmó la doctora con un tono profesional.
En realidad, Lu Che apenas podía mantener sus modales más básicos, porque en el fondo, se moría de ganas de estrangular a aquella médica inmoral hasta matarla. Como médica, no solo había incumplido su deber de salvar a los moribundos y curar a los heridos, sino que ignoró por completo la vida de los demás. Así que, a los ojos de Lu Che, no era digna de ser humana.