Tarde en la noche, en la casa de la familia Tang, la Madre Tang estaba ordenando sus pertenencias.
Al ver esto, el Padre Tang preguntó con curiosidad mientras se quitaba la bata blanca:
—¿Por qué de repente estás guardando todas tus joyas?
—Qinwen, he dispuesto irme con algunos amigos por unos días, si necesitas algo, llama al ama de llaves —respondió la Madre Tang mientras dejaba los artículos en sus manos.
—Está bien. Acabo de terminar de hacer unas cuantas cirugías grandes hoy. Me siento un poco cansado, así que voy a darme un baño —le dijo el padre Tang y la abrazó suavemente por los hombros. Luego añadió—: Diviértete.
—Lo haré—asintió Madre Tang mientras contenía las lágrimas.
—Escuché lo que sucedió hoy con Tang Xuan. Ella aun es joven, no le importa.