Cuando dijo eso, Ning Xueluo se ahogó con sus lágrimas y sus temblorosos dedos acariciaron su abdomen inferior.
—Hermano Yan, mientras tú puedas ser feliz, yo puedo hacer cualquier cosa... pero, Hermano Yan, yo no puedo... Nuestro hijo... ¿Qué hacemos con nuestro hijo?
Su Yan se sentó a un lado de la cama y secó las lágrimas de la chica, pero su corazón estaba entumecido y no había emoción en su tono.
—No pienses demasiado. Xiao Xi y yo somos imposibles.
Hubo una vez en que cada vez que Ning Xueluo lloraba ante él tenía una cantidad ilimitada de energía y deseo de protegerla. La habría protegido a pesar de todo. Ahora, sus lágrimas eran como un abismo lleno de veneno que lo encadenaba. No podía respirar y sólo quería liberarse.
Cuando escuchó las palabras de Su Yan, Ning Xueluo no tenía mejor aspecto. En vez de eso, se volvió aún más pálida.
¿Fue sólo porque él y Ning Xi ya no eran posibles?