Sin embargo, Lu Jingli no esperaba que su primer encuentro con Han Xiao fuera así. ¡Había venido en un tigre blanco! Si tan sólo no estuviera inconsciente, ¡eso sería súper genial!
—¿Qué pasó? —Lu Tingxiao frunció el ceño.
Había oído hablar de Han Xiao de Ning Xi innumerables veces e incluso le había llevado a Ning Xi y a Tesorito de él después de salvarlos.
—¡Imposible! ¿El maestro está herido? —Ning Xi no podía creerlo.
Aunque la gente que la rodeaba no conocía sus habilidades, ella las entendía muy bien. ¡¿El maníaco que ni siquiera podía ser herido por las balas estaba ahora inconsciente en la espalda de un tigre blanco?!
—¡Déjenlo entrar ahora! —Ning Xi estaba preocupada.
No importaba lo que Han Xiao pensara de ella, no era sólo su amigo. Era su salvador. Si no fuera por Han Xiao, Tesorito y ella podrían haber muerto.