Al principio, Ning Xi quería preguntar al dúo que había muerto quién estaba detrás de todo eso, pero Han Xiao... Ni siquiera parpadeaba cuando los mataba. En vez de eso, habló de errores y manos aceitosas... ¿A quién intentaba engañar?
¿Ese tipo sabía algo?
—Estas dos personas... Cada uno de ellos significa invitarme a un balde familiar. Dos personas significan dos cubos. Eso debería ser todo —dijo Han Xiao.
Ning Xi se quedó sin palabras. No pudo evitar compadecerse de los dos asesinos. A los ojos de Han Xiao, sus vidas sólo valían un balde familiar. De hecho, ni siquiera era un balde familiar de lujo.
—Claro, claro, claro, te invito a doscientos baldes. Te veré terminar de comerlo. —Ning Xi estaba un poco indefensa. Han Xiao estaba a veces loco hasta el punto de ser horrible, y a veces era como un niño que no podía crecer.
—Ja... Tú lo dijiste, pero no estoy libre esta noche. Tengo una cita. Te buscaré.
