En el Hotel Imperial.
La Madre Guan y Guan Ziyao acababan de salir del ascensor cuando vieron a alguien de pie al final del pasillo y secándose las lágrimas. Era Yan Ruyi.
—¡Hermana! ¿Estás bien? —Cuando la Madre Guan la vio, se acercó rápidamente, llena de preocupación.
Guan Ziyao no se atrevió a acercarse. En vez de eso, se paró detrás de la Madre Guan y su pálida cara estaba cubierta de culpa.
—Tía Lu, ¿cómo está Tesorito?
Yan Ruyi rápidamente se secó las lágrimas y volvió a la normalidad. Ella las miró a las dos y les dijo:
—Tesorito está despierto. Afortunadamente, no estaba realmente herido, sólo un poco conmocionado.
En ese momento, Yan Ruyi era una persona totalmente diferente de la musaraña descuidada que había sido anoche. Había vuelto a ser la dama noble y elegante de la familia adinerada que era.
Madre Guan y Guan Ziyao intercambiaron una mirada, ligeramente sorprendidas. En efecto...