La horrible mirada de Lu Jingli pegó una sonrisa en su cara en el momento en que Cheng Feng se fue.
—¡Hermano, por fin podemos recoger el pescado!
Los ojos de Lu Tingxiao permanecieron en el monitor, con el dedo golpeando la mesa. La sed de sangre se apoderó de su expresión y la habitual expresión amable reservada para Ning Xi no se encontraba en ninguna parte. Lu Jingli se estremeció al mirar la pantalla del ordenador de Lu Tingxiao.
—Hermano, no te enfades más. ¡Sólo están tratando de meterse contigo cuando te siguen enviando estas fotos! Pero ellos no te conocen. Son demasiado ingenuos al pensar que el solo hecho de enviarlos puede afectarte.
No solo era inútil... ¡Hizo que su hermano se volviera aún más brutal! Había sido testigo de ello hacía cinco años, y esa vez su hermano había vuelto aún más fuerte. Lento pero seguro, su oponente estaba cayendo en su trampa. ¡Lu Jingli fue sacudido hasta la médula mientras estaba allí para ver todo el proceso!
