Qué sensación tan familiar para ella.
—¡Date la vuelta y levanta las manos! —El hombre gritó cruelmente.
Ning Xi cooperó y levantó las manos. Miró hacia atrás y vio a un tipo grande con una camiseta negra, que la miraba con fiereza mientras le apuntaba con un arma. También había otro hombre a su lado, apuntándole con un arma. Dijo con voz grave:
—¡Entra en el coche!
Ning Xi miró la furgoneta blanca junto a su coche. Había otras dos personas dentro, todas armadas. Esos definitivamente no eran sus secuestradores de todos los días. Después de evaluar la situación, Ning Xi sabía que no podía huir de esa situación indemne, así que cooperó y esperó su oportunidad de escapar. Cuando la empujaron con fuerza, la pinza de cristal rosa en el pelo de Ning Xi cayó al suelo. Era el que Tesorito le había regalado en su cumpleaños... Ning Xi se puso tensa. Justo cuando estaba a punto de recogerlo, el hombre grande lo pisó, aplastando la horquilla.