—Me enteré cuando visité al equipo en el segundo día de rodaje —bostezó Jiang Muye mientras se rascaba la cabeza y respondía con honestidad.
Entonces, la expresión de Ning Xi cambió.
—Ejem…—Ning Xi entrecerró los ojos y miró a Jiang Muye, luego se rompió los nudillos y caminó hacia él.
—Rubiecito, ven aquí...
—Yo... ¡No voy a hacerlo! —Cuando vio la expresión peligrosa de Ning Xi, el somnoliento Jiang Muye estaba instantáneamente lúcido. De hecho, ahora se arrepentía de todo. ¡Maldita sea, había dicho la cosa equivocada!
—¡¿Cómo te atreves a no decírmelo cuando lo supiste todo el tiempo?! —Ning Xi tenía las manos en las caderas mientras rugía, luego saltó y empezó a pegarle.
—¡Me obligaron a hacerlo! ¡Mi tío me amenazó! ¿Por qué no culpas a mi tío en vez de sólo golpearme? ¡Ey! La cara no...
[…]
Cuando vio que a Jiang Muye también le estaban dando una paliza, Lu Jingli parecía contento de que alguien estuviera sufriendo junto a él.