Lu Tingxiao se quedó estupefacto por la repentina felicidad que se apoderó de él.
Ning Xi no se preocupó de ser tímida y le dijo: —¡Rápido! ¡Tesorito nos está esperando!
Lu Tingxiao la recogió suavemente.
Fue la decisión correcta. Aunque Lu Tingxiao no era tan rápido, sus piernas eran largas, así que caminaba mucho más rápido que ella.
No había mucha gente alrededor, lo que explicaba su comportamiento audaz.
Ning Xi miró a su alrededor, y luego vio la entrada del aula...
Vieron a un niño pequeño y a una maestra parados frente a la entrada, como si estuvieran discutiendo.
La maestra tenía unos veinte años y regañaba al niño: —¡Sun Zhuangzhuang! ¿Cómo pudiste cerrar la puerta? ¡Lu Qingyu sigue dentro!
