Fuera de la habitación, Lu Jingli estaba asomándose por la ventana cuando vio esa escena devastadora. ¡La cuñada se había lanzado sobre Xi Shiqing y lo había hecho caer!
En ese momento, Lu Jingli se sintió tan intimidado que casi se le sale el corazón.
¿Qué hacer, qué hacer? ¿Debería entrar para detenerlos?
Oh, qué combinación tan clásica: ¡el monje desprovisto de deseos mundanos y la mujer salvaje y rebelde pero seductora! De repente sintió que hacían una extraña buena pareja.
¡Maldita sea! Si su hermano se enterara de que tenía ese pensamiento, ¡seguro que sería un cadáver!
Ning Xi no sólo derribó a Xi Shiqing, sino que también arrastró sus dedos calientes y delgados a través de su frente hasta sus labios e incluso se acercó a él de una manera deliciosamente lenta y tortuosa...