—Uf...
Ning Xi miró al panecillo que ahora estaba profundamente dormido, y luego miró al diablo que aún estaba trabajando.
El diablo miraba sus documentos con una expresión tranquila, como si sólo estuviera allí para acompañar al panecillo. Podía entender que el panecillo era impaciente, pero era difícil imaginar al diablo nervioso por un asunto trivial como este...
¿Lu Jingli estaba exagerando?
Lu Tingxiao se fijó en la mirada de la niña, así que levantó la vista y le preguntó: —¿Está todo bien?
Ning Xi respondió rápidamente: —No es nada, sólo he vuelto a casa de visita.
Lu Tingxiao no creyó en su respuesta casual, pero no siguió adelante.
—Oh, claro, Lu Tingxiao, ¡tengo algo que preguntarte! —Ning Xi dijo mirando hacia arriba.
—¿Mmm?