Feng Haoyang se pellizcó el entrecejo y finalmente renunció a seguir comunicándose con ella. Tratar de competir con un tonto es la cosa más idiota que uno puede hacer. La compañía puso mucho esfuerzo en Jia Qingqing, pero a causa de lo sucedido, ya no había arreglo posible. Sin importar que tan grande sea la perdida, ella solo podía ser descartada.
Viendo que Feng Haoyang había tomado una decisión, Jia Qingqing se precipitó sobre Ning Xueluo, aferrándose a ella y rogándole:
—¡Xueluo, ayúdame! ¡Deja que Chang Li sea mi agente! ¡Te garantizo que seré obediente y te prometo que publicaré una carta pidiendo disculpas!
Cuando Chang Li escuchó eso, se asustó al instante. ¿Hacerla trabajar para Jia Qingqing? Ning Xueluo no le haría eso, ¿verdad? Por supuesto Ning Xueluo no era tan descerebrada como Jia Qingqing, entonces puso una expresión de apenada y se lamentó con remordimiento: