El tono interrogativo de Jiang Muye hizo que Ning Xi se sintiera incómoda.
—¿Y qué pasa si voy? ¿O qué pasa si no voy? —dijo frunciendo el ceño.
Jiang Muye caminó en círculos, furioso. Luego la miró.
—Ning Xi, realmente quieres que te maten. Incluso te atreves a jugar con Lu Tingxiao, ¿no te da miedo estar jugando con fuego? —bufó Jiang Muye.
—Estoy feliz de jugar con fuego, ¿a ti qué te importa? —dijo Ning Xi, molesta por las palabras de Jiang Muye. Así que decidió mostrar también una mala actitud que igualara a la de él.
—Tú…
Jiang Muye casi se dejó llevar por su ira. Y terminó golpeando el pilar detrás de ella.
—Ning Xi, no estoy tratando de asustarte, sino que te estoy dando un recordatorio amistoso. De lo contrario, ¡cuando mueras, ni siquiera sabrás cómo pasó! ¿No sabes quién es Lu Tingxiao? ¿Crees que él igual a todos esos fracasados con los que saliste en el pasado? —espetó molesto.