—Pequeño Cuatro, esta vez es todo gracias a ti.
Con una cara llena de gratitud, Ling Lan miró a Pequeño Cuatro que se arrastraba con aire de suficiencia en el espacio de aprendizaje. Si no hubiera sido por él, no importaba lo alerta que estuviera o cuánto intentara prepararse, el resultado habría sido el mismo. La fuerza abrumadora de un meka armado no era algo que sus estrategias pudieran contrarrestar, lo que significaba que realmente no tenía oportunidad de ganar.
