El fuego surgió de entre sus pies, pero se dispersó rápidamente.
Ese había sido su vigésimo tercer intento…
Y había fallado de nuevo.
En la frente de Anna aparecían gotas de sudor constantemente, pero usaba el revés de su mano para limpiárselas, mientras el sonido crepitante de las llamas desaparecía.
Sin descanso, el final de un ejercicio era seguido inmediatamente por el inicio del siguiente. El uniforme de bruja estaba a su lado, cuidadosamente doblado. Si Anna no hubiese insistido en sacárselo, su nuevo uniforme ya estaría hecho cenizas.
Afortunadamente, dada la identidad de Roland como el Cuarto Príncipe, conseguir algunas ropas para que ella pueda usarlas al practicar no era complicado. Había hecho que su criada Tyre le entregue una cubeta llena de ropa, reunidas por las otras criadas para que Anna las use.
Finalmente, el intento número veinticuatro fue exitoso. La llama ya no venía desde sus pies, sino que apareció en sus manos. Movió con cuidado su brazo para tratar que la llama se mueva hasta la punta de sus dedos, pero terminó engulléndole el brazo entero, encendiendo su manga, y propagándose a toda su ropa.
Anna disipó las llamas, pero su ropa ya estaba quemada e inutilizable, así que acudió a la cubeta y eligió una nueva.
Esta no era la primera vez que le pasaba, pero cada vez que lo hacía, Roland desviaba la mirada. Miraba fijamente a la distancia, aun cuando ni siquiera a Anna le importaba.
De hecho, si no fuera por las fuertes objeciones de Roland, ella probablemente se hubiera sacado toda la ropa y hubiera practicado desnuda, ¡a plena luz del día! Pero si Roland la veía así, no podría trabajar muy bien con una joven desnuda, especialmente si esa joven estallaba en llamas y empezaba a generar otros tipos de energía desde su cuerpo.
Roland sacudió la cabeza, removiendo de su mente pensamientos tan impuros. Por el momento, parecía muy difícil dominar el uso de la magia. Roland había pedido a Anna que domine el fuego de tal manera de poder lanzar llamas de la palma de sus manos o sus dedos, pero sin destruir sus propias ropas. Sin embargo, él quería también que las llamas fueran lo suficientemente calientes como para derretir los lingotes de hierro bruto que estaban en el patio.
Luego de que el trigésimo intento de Anna fallara, pero antes de que pudiera empezar con el trigésimo primero, Roland le pidió que se detenga y descanse.
Anna parecía sorprendida, pero no dio respuesta alguna.
Roland tuvo que acercársele e incluso agarrarle la mano, para dirigirla a una silla y obligarla a que se siente.
—Estás cansada. Cuando estás cansada, necesitas descansar. No seas muy impaciente, aún tenemos algo de tiempo.
—Permítenos tener un tempranero té de la tarde —dijo luego de ayudarla a limpiarse el sudor de la frente.
Roland sabía que los nobles del Reino de Castillogris no tomaban el té de la tarde. Dado que la economía de este mundo estaba aún subdesarrollada, la gran mayoría de la gente no tendría la posibilidad de probar comida tan deliciosa. La gente en este mundo no estaba familiarizada con la idea de tener tres comidas al día, y ni mencionar una cuarta. En cuanto a los hijos de los nobles, se juntaban a la tarde generalmente en bares y casinos.
Si Roland quería introducir la costumbre, tendría que preparar comida y bebida él mismo, ya que la criada y el cocinero no estaban familiarizados con la idea. Como al preparar algunos refrigerios vio que no tenían té, tuvo que usar cerveza como substituto, pero sería importante conseguir té en el futuro.
Así, en una casa de madera, en el patio del castillo, la primera fiesta del té vespertina de Castillogris se llevó a cabo.
Anna miró los platos con deliciosos refrigerios, y no podía creer lo que veía. ¿Cómo podía la comida ser tan hermosa?
A pesar de que no sabía el nombre del pastel que comió, era de un blanco puro, y la colección de brillantes frutos rojos podía hacer agua la boca de cualquiera. Los bordes de la pastelería estaban decorados con exquisitos patrones. Esta experiencia la exponía a cosas que nunca antes vio, forzándola a cambiar de nuevo su manera de ver el mundo.
Roland observó con orgullo las expresiones de Anna; se veía sorprendida, pero también un poco asustada. Aunque las frutillas del pastel de crema estaban marinadas en azúcar y ni siquiera sabían frescas, Anna se las comió todas.
Roland descubrió que mirar el rostro de la bruja mientras comía, era más satisfactorio que comer. Roland observó a Anna, que estaba colocando con cuidado el pastel dentro de su boca, mientras sus ojos azules brillaban y su cabello se movía suavemente con el viento. Observando esto, sintió cómo su corazón empezaba a latir más rápido y pensó para sí mismo:
¿Por qué alguien comería comida que no solo sea deliciosa, sino que también se vea hermosa?
Bueno, estos fuertes sentimientos eran también muy importantes.
Observar a Anna practicar y compartir el té de la tarde con él, se convirtió en la rutina diaria de Roland. No demostró ningún interés en asuntos gubernamentales. Barov le ayudaba a tratar cualquier asunto, así que todo estaba en orden.
Tres días después, Barov entregó toda la información sobre Ciudad Fronteriza que Roland le había solicitado. Este era un momento increíble; el anterior Cuarto Príncipe realmente nunca tuvo la paciencia para ver una pila tan grande de informes complicados.
De hecho, incluso ahora no la tenía. Roland necesitaba leer solo dos líneas de texto antes de empezar a sentirse mareado.
—Tú léemelo —le dijo a Barov.
Se pasó una hora escuchando a Barov leer los reportes hasta que encontró un error.
—¿Por qué Ciudad Fronteriza no tenía ganancias de comercio o impuestos anuales durante el invierno?
Debido a que los inviernos eran tan fríos, la falta de ganancia en agricultura era razonable, pero ¿cómo podría ser de cero absoluto? ¿Acaso los locales hibernaban?
Barov tosió.
—Su Alteza, ¿lo ha olvidado? Durante los meses de invierno, tienen lugar los Meses de los Demonios. Ya que el pueblo no puede resguardar sus fronteras, todos los residentes deben evacuar al Fuerte Largacanción. Pero quédese tranquilo, su seguridad es ciertamente es nuestra prioridad.
¿Meses de los Demonios?
Roland creyó recordar haber escuchado esa frase antes. Personalmente, no creía los cuentos de fantasmas y las leyendas de las terribles brujas, y privadamente lo consideraba como parte de las tonterías y supersticiones de este mundo poco civilizado. Pero ahora, al parecer, los monstruos no eran mitos, ya que las brujas de hecho existían. Entonces, ¿qué hay de otras leyendas famosas, como los fantasmas?
Mientras recibía su educación, su tutor de Historia le había contado sobre el "Mes de los Demonios": cada invierno, después de la primera nevada y cuando el sol desaparecía detrás de las montañas, una intensa oscuridad descendía sobre el mundo. En ese momento, las puertas del infierno se abrían y liberaban demonios al mundo.
Los espíritus malignos corrompían a los seres vivos y los convertían en esclavos del Diablo. Algunos de estos animales se transformaban en poderosas bestias demoníacas que atacaban humanos. La mayoría de las brujas nacían en esta temporada y eso las hacía más poderosas.
—¿Has visto las Puertas del Infierno? —preguntó Roland.
—Su Alteza, ¿cómo podríamos verlas, personas ordinarias como nosotros? —Barov negó con la cabeza repetidas veces.— No diga tales cosas. Las montañas de donde vienen no pueden ser conquistadas. Incluso estar cerca de esas montañas significaría verse afectado por el fétido ambiente. Primero tendría una jaqueca, y luego, en los peores casos, podría perder la cabeza. A menos…
—¿A menos que qué?
—A menos que la persona que vaya a las Puertas del Infierno sea una bruja. Solo una bruja podría atravesar las Puertas del Infierno porque no están en gracia y son sirvientes del Diablo. Naturalmente, no tienen por qué temer a las fuerzas del mal —dijo Barov, mirando en dirección al patio.
—¿Alguna vez has visto a uno de estos monstruos demoníacos? —preguntó Roland, golpeando la mesa para recuperar la atención del Ministro Asistente.
—Bueno, yo personalmente, no. Como usted, esta es mi primera vez en las fronteras del reino. En la capital, sólo unas cuantas personas se encontraron con demonios reales.
Si necesitaba evacuar una vez más al año, ¿cómo lograría Roland desarrollar a Ciudad Fronteriza? Inicialmente pensó que Ciudad Fronteriza era una tierra estéril, pero que podría ser desarrollada; ahora parecía una utopía.
—Dado que podemos frenar a los demonios en Fuerte Largacanción, y dado que no son invisibles y se los puede matar, ¿entonces por qué no podemos defender Ciudad Fronteriza también?
—El Fuerte Largacanción tiene una muralla muy alta. También ahí se encuentran las tropas de elite de Duke Ryan. Es muy distinto a Ciudad Fronteriza. Este pequeño pueblo no le hace comparación —explicó Barov—. Ciudad Fronteriza fue establecida para advertir con tiempo al fuerte. Por lo tanto, el pueblo fue constituido entre la Pendiente Norte de la Montaña y el río Aguasrojas.
Parecía que Ciudad Fronteriza solo existía para ralentizar a los demonios. Era el único camino que podían tomar para llegar al Fuerte Largacanción. Roland se rió de su mala suerte.