Un asunto relacionado con el Templo de Confucio ya estaba más allá de lo que Yang shi podía acceder. El asunto había ocurrido hace decenas de miles de años, y no importaba cuán cuidadosamente el Pabellón de Maestros Superiores transmitiera su herencia de una generación a otra, todavía había información que se retenía o se perdía en el proceso. Con la información limitada que tenía, todo lo que podía hacer era especular.
Y como se trataba de meras especulaciones, sería mejor que se callara en vez de difundir información incierta.
Por otro lado, viendo que Yang shi no estaba seguro del asunto, Zhang Xuan decidió no preguntar más.
Los dos charlaron un poco más antes de que la Santa Espada Xing de repente se acercara y dijera—: Yang shi, te estamos muy agradecidos por ayudarnos a reunirnos con Xuan-er. Deseamos traerlo de vuelta a casa ahora para reconocer a los ancestros. ¿Estaría interesado en seguirnos para presenciar el proceso?
Yang shi asintió.