El Humano Mas Fuerte
— Les doy la bienvenida, estudiantes de esta academia, a la ceremonia de ingreso.
El eco de su voz retumba por todo el auditorio y se escucha claramente lo que dice. ¿Será este el uso de la "magia"?
— Hoy marcamos el inicio de sus caminos. Frente a ustedes están las puertas que conducen a un mundo sorprendente. Esta academia tiene un legado escrito con la sangre de aquellos guerreros que forjaron su espada con el fuego de los dragones que mataron. Muchos de ustedes conocen las historias: historias de héroes que mataban a esas criaturas que surcan los cielos y caminan sobre la tierra, historias de cómo defendieron territorios para que aquellos que habitaban esas tierras pudieran ver un mañana. Pero lo que no se les ha dicho es que aquí, en este recinto, ustedes, cadetes, serán moldeados, entrenados, estudiarán y aprenderán todo lo necesario para derrotar a un dragón. Tal vez algunos pocos forjarán un nombre para así iniciar su propio legado.
— El verdadero poder no proviene de las bestias que domarán. El poder que necesitan es el de la voluntad: la voluntad de seguir adelante, sin importar las adversidades que enfrenten, sin importar qué tan desolador parezca el panorama. Algunos de ustedes no llegarán al final. Este camino no es para los débiles. Enfrentarán sus miedos, caerán ante sus debilidades y sucumbirán ante la oscuridad. Pero si perseveran, si permiten que el fuego de su voluntad arda en sus corazones, saldrán de aquí no como simples guerreros, sino como ¡guardianes y auténticos Arcanos!
— Recuerden, no están aquí por azar. Cada uno de ustedes ha sido bendecido y ha logrado despertar y manifestar los poderes de un dragón.
— Así que, cadetes, ¿están listos para emprender este viaje? ¿Están preparados para ser forjados por el fuego de Ares? Solo el tiempo lo dirá. Que la llama de Ares los proteja e ilumine durante su camino. Sean bienvenidos a la academia de cadetes, ¡Tracia!
Dicho esto, las grandes puertas del auditorio se abren, y una ráfaga de viento entra. Luego, las luces se encienden, iluminando todo el auditorio. Todos se levantan, incluida Seraphine. Sin saber por qué, yo confundido también me levanto.
— ¡Kalzar! —gritan todos al unísono.