AMOR SIN CARA
El destino creó en ellos el enredo perfecto, cualquiera diría que ellos eran El Adonis y La Bestia, El Pulcro y La Fea, o que eran El Patito Feo y El Cisne. Oneidy tenía lo que a Ricky Martín le hacía falta, y él tenía lo que a Oneidy le hacía falta, lo que escudriñaba tenazmente. Uno y otro habían sido invitados a adherirse por obra del destino y puestos en desiguales caminos, constreñidos a procurar hostilidad frente al mal, para hacer de su amor un néctar al acoplar sus vidas y lograr destrozar la profecía que los retraía.
Ricky Martín era un encanto de ser humano, un príncipe deseado por las mujeres del reino Ricky Landya. Podía tener a su lado a la más bella de las mujeres, a una Miss si él lo quería. Aparte de tener la virtud de la belleza, era inmensamente rico, rodeado de cualquier lujo y antojo que pudiera desear. Con todo eso y más, estaba lleno de preguntas que venían a embarcarse en una sola respuesta, en el sello de una profecía de sentir vacío y soledad incluso estando rodeado de lo que cualquier ser humano deseaba. Mientras que Oneidy se sentía nadie, auto desvalorizada y autoestima baja, sin reconocer sus dones de nacimiento. Tras su fealdad se escondía la belleza y la voz de un ángel, vivía en un mundo oculto dentro de un bosque donde se fundó la colonia de los feos.
El príncipe Ricky Martín y la bella fea del velo tenían que descubrir aquello que los une desde antes de su nacimiento, para darle paso y nacimiento al más bello de los amores, un amor sin cara.
La novela nos narra la vida de un príncipe y cantante famoso, un gran ser humano que, pese a su posición social, nos enseña que no existe la superioridad y la prepotencia por parte de este. También nos habla de una fea princesa que busca cumplir su sueño, en medio del sufrimiento.
La historia parece ser la típica de cuentos de hadas, pese al contenido, no es tan común como cualquier otro cuento de hadas. Más allá de un amor imposible por desigualdades sociales, racismo, etcétera, hay un gran contenido que refleja lo importante que es aceptarse así mismo. La verdadera belleza de un ser humano son sus buenos sentimientos, sus buenas obras, su alma bondadosa.