Zia (secretos revelados)
Encasillamos los romances.
Enamorarse en la juventud: Típico.
Enamorarse de un amigo: Típico.
Enamorarse de un mejor amigo: Aún más típico.
Enamorarse de tu vecino: Típico también.
Enamorarse de un vecino sexy y ardiente, sueño húmedos de todas y además, venido de una familia adinerada:... ¿hace falta decirlo?
Bien, pues ahora, reformulemos la pregunta.
Que tú vecino sexy y ardiente, con el que tienes una leve obsesión, te ayude a resolver quien te acosa, amenaza, chantajea y extorsiona, porque además de ser un PERFECTO DIOS DEL OLIMPO, es un puto hacker increíble: ...
¿Eso existe?
¡Pues si! ¡No va a pasarte a ti, pero si puede suceder! Y es justo lo que le pasó a Zia, la chica linda, hermosa, extrovertida y cariñosa, pero a la vez alejada de todos y todo. Termino por pedirle ayuda a su vecino de una manera accidental y muy descuidada. Él se llama Arien, y pronto va a intentarle ayudar a descubrir la identidad de Justicia, oculto bajo un nombre de chica, Raquel.
¿Porque? Yo que sé.
Ella se mantiene bajo las órdenes de Justicia. Bajo la amenaza de revelar su horrible secreto. Bajo la amenaza de matar a todos a su alrededor gracias a su equivocación hace dos años.
Pronto las órdenes pasarán de ser, «Sal de tu casa a las 5 am y quédate ahí hasta las 6», a, «Acuestate con este tipo o voy a publicar una parte del video», y después a, «Disparale a ese hijo de puta bastardo, o yo te disparó a tí».
Ella no se había imaginado cuánto miedo le daba morir antes de conocer a este tipo que la extorsiona cada día, con una diferente orden.
Será una experiencia que cualquiera intentaría olvidar, y ella desea lo mismo. Desea que se acabe lo más pronto posible para alejarse de todos e irse 'viva'... Si es que lo hace.
—¡Dios mío! Soy una puta mierda —gritaba en alguna parte de la historia, Zia con frustración.
—¡Pierde el control! —le exigía Arien, con desespero.
—¿Eres estúpido? ¡Claro que no!
Lo que Arien no se enteró hasta mucho después de estarla ayudándola, es el secreto que ella trataba de cubrir a toda costa. Era ese por el que ahora la extorsionaban, y era tan terrible como para amenazarla verdaderamente de muerte.
Ella había cometido ese error por perder el control.
No volvería a perderlo.
Nunca más.