GRAVES. Código de Sangre.
Nathaniel "Nate" Graves, conocido en ciertos círculos sangrientos como "El Carnicero de Langley" o simplemente "Código 9", no quería volver. Tras ser quemado por la Sección Ómicron, una unidad gubernamental de "soluciones definitivas", su vida era humo barato y recuerdos peores que una resaca permanente. Pero cuando Vincent "El Cuervo" Crowe, un periodista de investigación con más enemigos que contactos (y eso es decir mucho), le suplica protección mientras intentan borrarlo del mapa por el "Expediente Cerberus", Nate sabe que su retiro se ha terminado. "¿Protegerte?", le espeta Nate, encendiendo un H. Upmann con manos que no tiemblan. "Cuervo, lo único que garantizo es que morirás cansado de correr."
El Expediente Cerberus es una bomba: prueba la red de corrupción que une al Proyecto Sombras (asesinatos gubernamentales), Thorne Industries (explotación y contratos sucios), el violento Cártel de la Bahía (tráfico de todo lo imaginable) y policías y políticos hasta la médula podridos. Y el nombre de Nate está dentro, vinculado a la misión que lo convirtió en chivo expiario. Para limpiar su nombre (o vengarse con estilo), Nate necesita descifrar el Expediente y mantenerse vivo. Su único aliado estable es Vin, cuyo optimismo se limita a: "Buenas noticias, Carnicero: hoy solo nos quieren matar tres facciones distintas. ¡Progreso!".
Pero la complicación tiene nombre, curvas y un juego peligroso: Seraphine Dubois, "El Ángel de Hierro". Esposa del magnate y político corrupto Darius Thorne, y amante de Nate. Su romance es pólvora mojada en whisky barato: pasión, celos tóxicos y la certeza de que ella comparte la cama de Thorne (y otros) para extraer secretos. "¿Te gusta mi vestido nuevo, querido?", le susurra Seraphine después de una cita con un juez comprado. "Es de seda italiana... y costó exactamente los detalles del próximo golpe de tu jefe contra los muelles. Una ganga, ¿no crees?" Nate lo sabe: Seraphine los usa a todos, y su información es un arma de doble filo. "Eres como un Upmann, Seraphine", le dice Nate en un raro momento de claridad. "Elegante, letal y condenadamente adictiva. Y sé que me matarás."
Mientras la ciudad se desangra entre la codicia de Thorne, la brutalidad del Cártel de la Bahía liderado por Marta "La Dama" Rostova, la limpieza despiadada de Ómicron dirigida por el frío Director Vance ("El Archivista"), y la corrupción visceral del Comisionado Bell, Nate y Vin se adentran en el fango. Nate aplica su particular sentido del humor en medio del caos: "Disculpen el desorden", masculla después de dejar inconscientes a tres matones del Cártel en un club de striptease que sirve de fachada. "Pero su servicio al cliente era... mortalmente aburrido." Mientras Vin, revisando cámaras de seguridad hackeadas, comenta: "Mira el lado bueno, Código 9. Al menos la contaminación en el puerto oculta el olor a los que tú dejas atrás."
La cacería es total. "La Jauría" de Ómicron, los sicarios del Cártel, los esbirros de Thorne y la policía corrupta de Bell quieren sus cabezas. Nate deberá usar cada gramo de su cerebro y cada gota de su brutal eficiencia para descifrar el Expediente, enfrentar la verdad sobre su pasado, decidir si Seraphine es su perdición o su salvación, y tal vez, solo tal vez, hacer justicia en una ciudad donde la corrupción es el único sistema que funciona. "Redención, Cuervo?", pregunta Nate mientras apunta a su siguiente objetivo, el humo de su Upmann dibujando una corona efímera sobre su cabeza. "Aquí lo único que se redime son las balas recicladas. Apunta y reza... o mejor, solo apunta."
¿Sobrevivirá Nate Graves lo suficiente para ver el Expediente Cerberus reventar en la cara de los poderosos? ¿O será solo otro nombre tachado en una lista interminable de bajas, fumando su último cigarrillo en el infierno que ayudó a crear? En esta ciudad, incluso la verdad huele a ceniza y tabaco caro... y tiene muy mal sentido del humor.