Omnisciente

Kim Dokja no se considera el protagonista de su propia vida. Como corresponde al nombre que le dieron sus padres, es una persona solitaria cuyo único pasatiempo es leer novelas web. Durante más de una década, ha vivido indirectamente a través de Yu Junghyeok, el personaje principal de la novela web Three Ways to Survive the Apocalypse (TWSA). A través de Junghyeok, Dokja ha experimentado de segunda mano las pruebas de retroceder repetidamente en el tiempo, en busca de un fin a los “escenarios” que amenazan la vida y que obligan a las personas a representar narrativas para la diversión de las “Constelaciones” divinas. Después de leer 3,149 capítulos, mucho después de que todos los demás lectores perdieran el interés, Dokja finalmente se resigna al final de la historia. Sin embargo, recibe un mensaje enigmático del autor, que indica que la historia pronto se monetizará, antes de que su entorno se oscurezca repentinamente. Rápidamente se da cuenta de que la ficción se ha convertido en realidad y ahora está viviendo a través de TWSA. Aunque es el singular lector omnisciente de los acontecimientos que están por venir, su éxito en los escenarios no está garantizado, pero tal vez su ventaja le permita asumir el papel de protagonista que nunca antes le había gustado.

En ese entonces, Dokja no tenía idea de que su novela web favorita, Tres maneras de sobrevivir al apocalipsis, cobraría vida y que solo él sabría cómo iba a terminar el mundo. Tampoco tenía idea de que se convertiría en el protagonista de esta novela transformada en realidad. Ahora Dokja debe embarcarse en un viaje para alterar el curso de la historia y salvar a la humanidad de una vez por todas.

Kim Dokja no se considera el protagonista de su propia vida. Como corresponde al nombre que le dieron sus padres, es una persona solitaria cuyo único pasatiempo es leer novelas web. Durante más de una década, ha vivido indirectamente a través de Yoo Joonghyuk, el personaje principal de la novela web Three Ways to Survive the Apocalypse (TWSA). A través de Junghyeok, Dokja ha experimentado de segunda mano las pruebas de retroceder repetidamente en el tiempo, en busca de un fin a los “escenarios” que amenazan la vida y que obligan a las personas a representar narrativas para la diversión de las “Constelaciones” divinas. Después de leer 3149 capítulos, mucho después de que todos los demás lectores perdieran el interés, Dokja finalmente se resigna al final de la historia. Sin embargo, recibe un mensaje enigmático del autor, que indica que la e. Rápidamente se da cuenta de que la ficción se ha convertido en realidad y ahora está viviendo a través de TWSA. Aunque es el singular lector omnisciente de los acontecimientos que están por venir, su éxito en los escenarios no está garantizado, pero tal vez su ventaja le permita asumir el papel de protagonista que nunca antes le había gustado.

John esta decidido a encontrar ese ser omnisciente que puede saber todo en la existencia, el único que puede indicarle el camino correcto para salvar a la mujer de su vida, ese ser a quién lo llaman EL DEMONIO DE LAPLACE

… … Arkhé… Una búsqueda interminable, un camino sin meta, un horizonte que no puedes alcanzar sin importar cuánto camines. Para muchos, esta es la definición de la pasión por el conocimiento, el significado de filosofía, pues cada respuesta obtenida es la causa de preguntas de mayor complejidad y profundidad. Para algunos, esta es una búsqueda sin sentido, para otros esto es el objetivo que da sentido a su existencia. Tras una vida de dificultades, una persona, como cualquier otra, mortal y caduco, con su muerte ya sentenciada incluso antes de ser otorgado la vida, como cualquier otro, logró una oportunidad más. Un fiel seguidor del saber, pues conocimiento es poder, mientras que poder es conocimiento. Con esta nueva oportunidad que el mismo tejió en la realidad, avanzará por su camino sin descanso, ni ante montañas, océanos e imperios, no se detendrá, ni ante los cielos, tierra y muerte, no titubeará. Pues el propósito de la vida es aquel que te satisfaga, aquel que te permita irte sin remordimientos. En su caso, un objetivo brillaba, sobre todo, una vida que le divertía seguir: entender la realidad y volverse inmortal. Aunque dos objetivos a ojos de muchos, ambos van de la mano. El omnisciente puede y debe obtener la omnipotencia para llegar a esa altura, mientras que el omnipotente puede y debe obtener la omnipotencia para ello, al igual que no hay resultado sin causa. Moral, legalidad y relaciones humanas, clasificaciones y disciplinas de la sociedad por las que él dejó de regirse desde hace tiempo, pues como herramientas, solo están allí para ser utilizadas y descartadas una vez pierdan su utilidad. Pero, al fin y al cabo, él es solo un mortal, como cualquier otro… Este es un camino sin futuro alguno, las posibilidades de morir, siendo olvidado con el paso del tiempo, eran iguales que las de cualquier otro mortal que había muerto a sus manos, directa o indirectamente. Sin embargo, ya acabe en su meta inalcanzable, en una muerte épica o en una muerte miserable, ningún remordimiento quedará atrás, pues vivió su vida tal y como la quiso y, verdaderamente, es el camino, la misma vida, lo que da la felicidad… … …

Transmigrar dentro de una novela no es realmente algo malo: conoces la historia, tienes el poder del futuro en tu mano, conoces todas las claves ocultas. Podrías terminar siendo el ser más poderoso y omnisciente de ese mundo. Eso es, si no te despiertas durante el epílogo. Y aún así me encuentro en el cuerpo de un sacerdote caído al final de la novela, un héroe trágico que tuvo su circuito de mana roto en la última guerra, siendo repudiado, ahogado en deudas y destinado a morir poco después. Afortunadamente, conozco justo la cura. Desafortunadamente, la cura estaba en manos de uno de los Señores Demonios, ya sabes, la raza con la que mi reino acaba de hacer guerra. ¿Me daría la cura si se la pido educadamente? No hay daño en intentarlo, ¿verdad? De todas formas, moriría si no consigo la cura. —Claro, pero tienes que ser mi novia como precio —dijo el Señor Demonio. ...eh? —Señor, ¿sabe que soy (técnicamente) un sacerdote, verdad?