La muerte es solo el comienzo
Adolfo, un joven de 19 años, llevaba una vida humilde pero llena de bondad. Hijo único, siempre se esforzaba por apoyar a su madre, quien sufría de una enfermedad que le causaba un dolor constante. A pesar de las dificultades, Adolfo nunca perdió la esperanza ni su deseo de protegerla. Sin embargo, un fatídico día, todo cambió para siempre. Cuando Adolfo llegó a casa con algo importante que contarle a su madre, lo que encontró al abrir la puerta lo dejó devastado. Su madre yacía en el suelo, inmóvil, con una nota en la mano dirigida a él. El shock y la tristeza lo invadieron de inmediato, arrancándole un grito desgarrador mientras caía de rodillas junto a ella. Incapaz de procesar lo que veía, Adolfo salió corriendo de la casa, su mente nublada por el dolor y la desesperación. Corría sin rumbo fijo, buscando escapar de la cruel realidad que lo perseguía. En su apresurada carrera, pasó frente a un edificio en construcción. De repente, un trágico accidente ocurrió: una barra de metal cayó desde lo alto con una velocidad abrumadora, atravesando su cuerpo por completo. Todo se oscureció para Adolfo, y en ese último instante, pensó que su vida había llegado a un final abrupto y doloroso. Pero, en un giro inesperado del destino, Adolfo despertó en un nuevo mundo, renacido como un bebé. Aunque conservaba sus recuerdos y conocimientos de su vida anterior, ahora se encontraba en un lugar completamente desconocido, enfrentando el comienzo de una nueva aventura.