Reclamada por el Príncipe de la Oscuridad
El reloj marcó la medianoche cuando Ruelle escuchó el eco de pasos. Se tensó, con los finos vellos de su nuca erizándose en el fresco aire nocturno.
"No deberías estar aquí", susurró Ruelle, su voz un murmullo sin aliento. La silueta finalmente se detuvo bajo la luz de la luna, sus ojos rojo oscuro observándola y su cabello negro como la tinta ondeando.
"¿No debería?" Su voz era una caricia oscura, y ella permaneció allí cautivada por el peligro que él exudaba como perfume.
"No te he visto en los últimos dos días", dijo en tono bajo. Su mano se extendió, sus dedos rozando la seda de su camisón, trazando el tembloroso contorno de su clavícula. "Dime, ¿me estabas evitando, o quizás... entreteniendo otras ofertas?"
El corazón de Ruelle se aceleró, su respiración superficial. Declaró, "No le pertenezco a nadie".
"Una afirmación audaz", murmuró él, su aliento un tentador escalofrío contra su piel mientras se inclinaba. "Sin embargo aquí estás, con el pulso acelerado, tu cuerpo tenso como si anticipara mi toque".
Sus dedos sujetaron su barbilla, inclinando su rostro hacia el suyo. La luz de la luna captó sus ojos, revelando un destello de intención depredadora. "¿O debo recordarte qué toque es el que verdaderamente anhelas?"