El ruido de Seúl era una bestia constante, un rugido de motores, pasos y voces que llenaba cada rincón de la ciudad. Pero tras las puertas de la biblioteca de la Escuela Secundaria Haneul, reinaba una calma diferente. No era solo ausencia de ruido, sino un silencio espeso, casi tangible, que olía a papel viejo y a la madera pulida de las estanterías altas.
Para Kim Soo-min, una chica de catorce años seria y observadora, este lugar era un respiro necesario. Una pausa del murmullo constante de las expectativas familiares y del bullicio un tanto confuso de la vida adolescente. Con sus gafas bien colocadas y su uniforme ordenado, se movía entre los pasillos con una concentración silenciosa. No solo buscaba información para sus deberes; había una curiosidad más profunda en ella, un anhelo por encontrar algo que le diera sentido, una dirección.
Y ese día, en la sección de ciencias, algo llamó su atención. Un libro grueso, de aspecto académico: 'Introducción a la Anatomía Humana'. Lo abrió con cierta vacilación, y las detalladas ilustraciones del cuerpo humano se desplegaron ante ella. Las complejas redes de venas, la estructura de los músculos, el armazón de los huesos… Sintió una fascinación repentina y poderosa. Era como descubrir un mapa increíblemente detallado de la propia vida. En esa complejidad organizada encontró una belleza inesperada, una especie de orden perfecto que contrastaba con el caos del mundo exterior. Levantó la vista, sintiendo una nueva chispa de interés, y sus ojos se cruzaron, como ocurría a menudo en ese tranquilo refugio, con los de Lee Hyun-woo.
Hyun-woo era una presencia singular en la biblioteca. Mientras Soo-min parecía buscar la calma y el orden, él tenía una energía inquieta, un ritmo interno que siempre parecía a punto de desbordarse. Solía ocupar una mesa cerca de la ventana, a veces leyendo, otras simplemente mirando hacia afuera, con unos auriculares cubriéndole los oídos, la cabeza moviéndose suavemente al compás de una música que solo él oía.
Pero hoy no llevaba auriculares. Estaba concentrado en una mesa algo apartada, cerca de la sección de música y biografías. Tenía delante un libro sobre historia del rock, pero sus dedos no seguían el texto.
Tamborileaban sobre la superficie de madera, trazando ritmos silenciosos pero definidos. Parecía completamente absorto en esa melodía interior.
Soo-min sonrió para sus adentros. Le gustaba esa capacidad de Hyun-woo para sumergirse en su propio mundo, ajeno a todo. Eran compañeros de clase, sí, pero en la biblioteca compartían algo más: un entendimiento silencioso. Respetaban mutuamente su necesidad de estar a solas, juntos en la misma quietud. Rara vez intercambiaban más que un saludo; las palabras parecían innecesarias allí.
De repente, Hyun-woo levantó la mirada, como si hubiera sentido que lo observaban. Sus ojos oscuros se encontraron directamente con los de Soo-min. Hubo un segundo de sorpresa mutua, y luego él le dedicó una pequeña sonrisa, casi imperceptible. Soo-min sintió que se sonrojaba levemente 😳 y bajó la vista rápidamente hacia su libro de anatomía, aunque de pronto le costaba concentrarse en los diagramas.
Cuando se atrevió a levantar la vista de nuevo, Hyun-woo ya no estaba allí. El libro de rock seguía abierto sobre la mesa, pero él se había levantado y se dirigía a la salida. Antes de desaparecer por la puerta, giró la cabeza y le lanzó una última mirada rápida, casi interrogante.
Soo-min se quedó sentada, con el pesado libro sobre las rodillas, sintiendo aún el efecto de esa breve conexión. El silencio de la biblioteca parecía ahora diferente, cargado con algo nuevo.
Afuera, la luz del atardecer comenzaba a bañar la ciudad 🌇. Pronto, el ruido volvería a envolverlos. Pero por un momento más, Soo-min se aferró a la quietud, a la imagen de Hyun-woo y sus dedos inquietos, y a la fascinación por el nuevo mundo que acababa de descubrir entre las páginas de un libro.
Dos pasiones distintas comenzaban a despertar en el mismo lugar silencioso. Dos caminos que, sin que ellos lo supieran, empezaban a tomar direcciones diferentes, nacidos bajo el mismo techo tranquilo. Y flotando en el aire, junto al olor a libros, quedaba la sensación intangible de un vínculo especial, tan silencioso y prometedor como el primer acorde de una canción aún no escrita. 🎵❤️🩹
(Fin del Capítulo 1)
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