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ceniza de lo que fuimos

Nahuel_Ayala
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Chapter 1 - Capítulo 1: Bajo las cenizas

El sol apenas lograba asomarse entre las nubes grises.

La nieve caía con lentitud, cubriendo los tejados podridos de un pequeño pueblo olvidado por la historia. Allí, entre el crujir del hielo y el hedor del miedo, llegó River, un joven de cabello negro, cubierto por una capa desgastada y una expresión que hablaba de alguien que había visto más muertes que primaveras.

Caminaba solo.

No por elección.

Sino porque todos los que amó ya no caminaban.

Sus botas hundían la escarcha mientras observaba los rostros apagados de los aldeanos. Nadie saludaba. Nadie confiaba. Era un mundo que solo conocía dos lenguajes: el acero y la traición.

River no buscaba problemas.

Pero la guerra lo había seguido hasta allí.

Entró en una posada. Pequeña, silenciosa. Las miradas desconfiadas le siguieron hasta que se sentó en una mesa junto al fuego. Pidió pan y agua. No tenía monedas de sobra.

Fue entonces que la notó.

Sentada en la esquina más alejada, una chica lo observaba. Cabello rosado, largo, amarrado con un listón simple. Su piel era pálida como la nieve, y sus ojos, de un tono celeste tan frío que parecían atravesarlo.

No llevaba armadura ni armas visibles.

Pero había algo en ella…

Algo que helaba el aire a su alrededor.

Cuando la miró, ella no apartó la vista.

—¿Qué haces en un lugar como este? —preguntó, sin rodeos.

—Descansando —respondió él con desconfianza.

—Pareces más un soldado que un viajero.

—Y tú pareces alguien que hace preguntas peligrosas.

Una pequeña sonrisa cruzó su rostro. Sin calidez.

—Lo soy. Me llamo Mein.

—River —dijo él, después de una pausa.

No hablaron más.

Pero el ambiente ya se había roto.

Y el destino se había puesto en movimiento.

Esa noche, el aire cambió.

Gritos sonaron en la plaza. River, como otros, salió a mirar.

Un grupo de soldados imperiales había capturado a un anciano. Lo acusaban de esconder documentos de la Resistencia. Lo golpeaban mientras los demás miraban en silencio, con miedo. Nadie intervenía.

River apretó los dientes. Sus puños temblaban.

Pero no se movió.

Entonces…

El viento se volvió gélido.

Un susurro se arrastró por la nieve.

Y una neblina blanca cubrió lentamente la plaza.

Los soldados se detuvieron. Uno de ellos intentó gritar, pero su aliento se congeló en su garganta. En segundos, una capa de hielo cubrió sus cuerpos. Uno a uno, cayeron, atrapados en una prisión transparente que brillaba a la luz de la luna.

Y entre la bruma, caminando como si la escarcha le abriera paso, apareció Mein.

Sus pasos no dejaban huella.

—Eso fue solo un aviso —dijo con voz baja, pero clara—. La próxima vez, no quedará nadie para congelar.

River la miró, impresionado.

—¿Eres de la Resistencia?

Ella lo miró por encima del hombro.

—No. Pero odio este Imperio tanto como ellos.

Se detuvo frente a él.

—¿Y tú? ¿Vas a seguir mirando desde la sombra?

River no respondió al instante.

Pero en su interior, algo despertó.

La nieve caía más fuerte.

El pueblo temblaba.

Y él… ya no quería huir.

Por primera vez, sintió que tenía una dirección.

No por justicia.

Ni por gloria.

Sino porque algo en esa chica de cabello rosado le decía que el mundo aún no había terminado de arder…

…y que él estaba destinado a caminar por sus ruinas.