Me encontraba en casa descansando y aun recordando la noche anterior, cuando de repente sonó el móvil.
Mensaje en el chat La resistencia:
-Blair: Hola, tontas. ¿Alguien viene a casa a tomarse algo conmigo? Estoy aburrida.
- Alisse: Estoy en yoga, no puedo, lo sientoooo
-Charlotte, yo sí que voy, en 30 m estoy ahí, ¿llevo algo?
-Blair: La bebida, ja, ja, ja
-Charlotte: ¿Qué clase de invitación de mierda es esa? En la que yo tengo que traer el producto.
-Blair: ¿Vienes o no? ¡Luego te hago bizum anda!
-Charlotte: siempre igual... vale, anda hasta hora, tía petarda.
-Blair: ¡Traete el bikini, anda!
Me subí a la moto y fui para allí. Sin darme cuenta, llegué a la casa de Blair.
«¡Qué suerte tiene esta tía, ojalá pudiese yo vivir en una casa como está!»¡Pensé con resignación
¡Ding dong ¿—Aló? — Hola, soy char. Vengo a ver a Blair. — —¡Adelante! —dijo Marcela. —¡Hola, señorita Charlotte, la señorita Blair la está esperando!¡Deme esas bolsas! —dijo ella. —¡Gracias Marcela! —dije yo mientras sonreía.
¡Hola, pedorra! Ya tienes a tu esclava aquí, me parece muy fuerte que me invites y tenga que traer yo las cosas. ¡Qué tienes asistenta! —le dije a Blair en tono irónico—.
¡Pero pobre, no iba a hacer que fuese Marcela ahora, tú tenías que venir! —dijo ella—Ya, tía. ¡Pero que vengo en moto! —dije mientras le ponía cara de pena.
—Bueno, pues no seas tan machorro con la motarra esa y cómprate un baúl. Dijo ella.—¿Qué dices? ¿Con baúl? ¡Las tías sexis como yo, no llevamos baúl! —En fin, anda, pasa y vete a cambiar! —dijo ella con los ojos en blanco—.
—Marcela, te ha dejado las toallas y las cosas allí. —Entré en la cocina, bueno, cocina... en la inmensa cocina de Blair para coger una cerveza.
¡Cogí dos cervezas y salí a la piscina donde Blair me estaba esperando, estirada en el cheaslon.
—¡Toma fea! —le dije alargando mi brazo para darle la cerveza. —¡Gracias, guapa! —¡Bueno, cuéntame! ¿Qué pasó la otra noche? El chico misterioso. ¿De dónde ha salido?
—Pues uno de un app, llevábamos días hablando. Y dijimos que íbamos a quedar para tomar algo.
—Vaya... alguien se lo tomó al pie de la letra, ¿lo de tomar ese algo, no? –—dijo ella entre risas.—Calla, que lo pienso. ¡Y me pongo mala otra vez! Tía, que fue, no sé... raro. O sea, me dejé llevar como una loca. Sentí un algo, que no podía parar. La mirada de este tío, tenía un magnetismo ... Que no sé. Me hizo sentirme libre...—
—¿Libre? Joder ni que fueses monja de clausura ... —dijo ella.
—Libre en plano sexual, me puse como no me había puesto en mucho tiempo. Estaba como desconectada de mi cerebro y solo entregada a sentir.—
«—¡UFF, qué calor hace! —Me levanté y me tiré a la piscina. Qué bien me sentó el frío al haber recordado aquel momento y pensé: que pena que me haya bloqueado, por mí lo repetiría ...»
Blair se quedó mirandome. Y le dije —¿Qué pasa?— —Nada, tía. Que no entiendo, como una chica como tú, no encuentra un tío decente. No haces más que conocer a capullos. Desde que Josh se fue no eres la misma. —Dijo Blair.
Me quedé callada, sabes que no me gusta hablar sobre ello. Aún me cuesta saber que ya no está aquí y que nunca más lo estará. Para mí él lo era todo y ese todo desapareció la noche que lo encontré en la cama con otra.
Blair se tiró a la piscina y me abrazó. —Siento haber sacado el tema.——No importa, sabes que ahora ya no me importa. ¡Acércame esa cerveza anda! ¡Brindemos por nosotras y por qué me hinché a follar este año.— dije!
—Hurraaaa!! —gritó Blair—
—No sabes la suerte que tienes de tener, Axel. Ojalá encontrase alguien que me quisiera cómo él te quiere a ti.—
¡Juntó su frente con la mía! ¡Lo harás, nena! ¡No te preocupes, lo harás! ¡Y si no! Lo buscamos! —ambas nos reímos—.
—¡Cómo te quiero!—
Mientras estábamos estiradas en las tumbonas disfrutando del agradable sol, recibí un mensaje:
Sr. Emerson:Charlotte, tienes que venir a la oficina a la 13:00 h, tenemos una reunión de última hora y tienes que estar aquí.
¡Suspiré! «Es mi día libre, ¿en serio?»
—Tía, tengo que irme, mi jefe quiere que vaya a la oficina.— —¿No, en serio? Con lo bien que lo estábamos pasando.
—Créeme que más rabia me da a mí, que era mi día libre. En fin, es lo que tiene ser la Vicepresidenta, no pueden vivir sin mí. — Dije irónicamente.
Una vez en casa, me di una dicha rápida. Resignada, porque me había chafado mi plan para hoy. Cogí un mono de lino verde lima de YSL, mis stiletos nude, unas buenas gafas de sol y un Chanel mini.Me maquillé muy sutil y salí a la puerta de casa. El coche de la oficina llegó y me subí en él. De camino allí, pensaba por qué tenía que ir hoy. «¿Qué era tan importante, que no podía esperar a mañana?»
—Hemos llegado, —dijo George. —Gracias, nos vemos luego. Mientras entraba por la gran puerta de cristal de la oficina. El frío del aire acondicionado hizo ponerme duros los pezones en un momento. «¡Genial! Ahora todo el mundo verá lo contenta que estoy.» Pensé mientras entraba en el despacho de Harvey Emerson, mi jefe.
«¿Qué sería tan importante, que no podía esperar un día de a que yo volviese?.» Pensaba mientras entraba en su despacho.
El Sr. Emerson se encontraba de pie apoyado sobre su mesa de madera maciza, tenía una conversación acalorada con alguien por teléfono. Cuando se giró, me hizo una seña para que me sentara. Él salió del despacho y prosiguió con la discusión.
Tomé asiento, vi a Meghan desde lo lejos, le hice unas señas para que viniera. Cuando entró, le pedí si me podía traer un café con hielo y canela. Ella asintió con gusto y salió a buscármelo.
Se escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Cuando me giré pensando que era Meghan con mi café, dije: —¡Por fin no podía aguantar más! —Mi sorpresa fue al comprobar que no era ella con mi café, quien había entrado. La sensación de nerviosismo, se apoderó de mí en ese instante.
Esa elegancia innata me resultó familiar. Espera un segundo, ese... ese es ¡Loren! «¿Pero qué coño hace aquí, este?» Mientras se acercó a mí, dijo: — Vaya, veo que aún continúas igual de contenta que te deje el otro día.— Sonrió mientras lo dijo, dejando ver su sonrisa canalla.
Un segundo después, el Sr. Emerson volvió a entrar. Miró a Loren con orgullo y dijo: —Vaya, veo que ya conoces a mi hijo Loren. —
—¿Cómo que tu hijo? —dije sin entender nada—. —Sí — contestó mientras se dejaba caer en su butaca de piel negra. —Se empezará a hacer cargo del despacho en unos meses. Ya es hora de que el relevo llegue a las nuevas generaciones. —Dijo el Sr. Emerson mientras ponía su mano sobre el hombro. —Acaba de volver de cerrar un trato con la compañía en Nueva York.
A partir de hoy, tú serás su guía en la oficina hasta que se aclimate. Os quiero bien juntitos. Desayunáis, comáis y cenáis juntos. ¡Si es necesario, dormís juntos! ¡Pero esto tiene que estar a final de mes en marcha ya!— — ¿Qué? —grité muy efusivamente. — ¿Tienes alguna objeción, Charlotte?—. ¡Preguntó el Sr. Emerson! —No, no. Solo que sabes que estoy acostumbrada a trabajar sola, solo era eso.— — Bien, pues ahora tienes compañía. Podéis iros —dijo Harvey haciendo un movimiento con la mano y dándose la vuelta en su sillón.
Loren y yo salimos del despacho de Emerson y me quedé en silencio unos segundos mirando a Loren. Y dije: — ¡Vamos a mi despacho, ya! —Cuando entramos en mi despacho, Loren se apoyó en la esquina de la mesa, mientras miraba su teléfono. En ese instante, mientras le observaba en silencio, una vorágine de excitación y sudores fríos se apoderaron de mí y decidí que me apetecía repetir lo vivido unas noches atrás.
Sutilmente, eche el pestillo de la puerta y me acerqué a él, arranqué el teléfono móvil de sus manos y coloqué estas sobre mi cintura. Loren, me miro de arriba a abajo. Su respiración se aceleró con ese gesto. Mordí mi labio inferior y muy lentamente mis labios se acercaron a su oído izquierdo. Mi lengua se deslizó suavemente por ella y dejé escapar: —¿Repetimos lo de la otra noche? Parece que la suerte sí que ha estado de mi lado, porque tengo un Full —dije mientras mordía su lóbulo de la oreja.
Sus manos se colocaron en mi rostro, en ese momento sentí un ardor en mi interior. Acercó sus labios a los míos y comenzó a besarme brutalmente. Volvía a sentirme libre como la otra noche. Le empujé para que su cuerpo cayese en mi silla y pudiera colocarme encima. Su mirada se tornó excitante. Su lengua se paseó por mi cuello y dijo: —Alguien ha tenido suerte con sus cartas, sí, ya veo... Pues aquí estamos, ¿no? —Su tono de voz era tan sexy.
Deslizo sus dedos en mi boca, los chupé y comencé a notar que cada vez se ponía más y más duro. Juntó su frente con la mía y volvió a clavar su mirada en mí. —No te imaginas las ganas que tengo ahora mismo de hacértelo encima de tu mesa.—
— ¿Me follarías como el otro día? — dije lentamente. —Más fuerte— En un movimiento muy ágil, me subió en volandas y me colocó contra la pared de espaldas. Su mano dejó escapar un azote en el culo. Estaba empapada solo de pensar en todo lo que quería que me hiciera. Me bajó la cremallera del mono mientras besaba mi espalda. Su cuerpo estaba pegado al mío mientras susurró: —Contigo, no puedo controlarme, me vuelves loco—. Deseaba notarlo dentro de mí, pero sostuve las ganas un poco más.
Mis manos dibujaron una línea invisible hasta que le desabroche el pantalón y se la saqué; estaba muy dura. Empecé a lamerla poco a poco. Su cabeza se encontraba apoyada en la pared y los ojos en blanco de placer. —Charlotte, si no para ahora mismo, terminaré en tu boca, y no es precisamente es lo que más me apetece. Quiero hacerte mía, metérmela tan adentro y que te duela.—Ese comentario terminó por ponerme a mil.
Sus manos acompañaron a mi cuerpo mientras me levanté, me puso contra la pared y pude notar el placer de sentir cómo su polla entraba dentro de mí. Estaba muy mojada y entró casi sin esfuerzo.
Sus embestidas cada vez eran más rápidas y más fuertes. «Este chico acabará conmigo», pensé entre respiraciones cortas. Sus fuertes manos volvieron a propinarme otro azote, mientras seguía metiéndomela hasta donde daba.
Sus respiraciones se intensificaron y le escuché susurrar: —¡No aguanto más!— Salí de él y le dije: —Hoy soy yo la que manda. —Mientras besaba sus labios lentamente, lo senté en mi silla y me puse encima de él.
Mi cuerpo se movía con cuidado y lentitud, Loren podía terminar en cualquier momento, me gustaba verle así, entregado a mí. Sus manos ejercían presión contra mi espalda y así nuestros cuerpos estaban muy pegados, sentía que su miembro estaba bien adentro de mí. —Quiero que termines dentro de mí otra vez. —dije.
Loren entornó los ojos y sonrió. —Está bien, nena —apremio la marcha y apretó más fuerte hasta que yo llegué al clímax—.—¡¡Ahhh sí, sí!!— Una sonrisa afloró en mis mejillas; me encantaba esa sensación de sentirme llena de él. Su erección no había cesado todavía. Giro mi cuerpo como si de una pluma se tratase, ¡y noté que entraba por detrás!
Apoyó mi cuerpo contra la mesa de cristal, sus manos recorrían mi espalda, me agarró del cuello e hizo algo de presión. Su respiración se aceleró hasta que terminó, todo su cuerpo se tensó y no hubo punto de retorno. Su cuerpo se dejó caer contra el mío.
Salió de mí y cuando lo hizo me apartó unos mechones de la cara. — Va usted a hacerme perder la cabeza, Srta. Charlotte— El aire que quedo tras ese momento fue de caos, un delicioso caos.
Abrí mi cajón y me perfumé y me peiné. —¡Todo correcto!— abrí las ventanas y una leve la brisa entró en el despacho y la tensión del momento se esfumó. Loren se acercó por detrás y solo dijo: —Sabía quién eras, el día que nos conocimos en el bar.— Un fuerte pinchazo sacudió mi pecho. No entendía nada, en ese momento, y quería salir de ese lugar donde minutos antes había disfrutado tanto.
—Voy a subir a la terraza a tomar algo fresco—. Salí y dejé la puerta abierta; él se quedó allí admirando las vistas del mar, que se veían desde la ventana de mi despacho.
Abrí el chat del grupo La Resistencia.
—Charlotte. ¿El destino existe?
-Blair y Alisse ¿¿porqué???
—Charlotte: ¿El tío del bar del otro día, os acordáis? Pues resulta que es el hijo, de mi jefe. Pero aún hay más... un pequeñísimo detalle, ¡me acabo de volver a acostar con él en mi despacho!!
-Blair: ¡Por Dios, que me traigan un desfibrilador, que me da algo!!
-Alisse: ¡¡joder!!! ¡Esto es mejor que un culebrón! Char, ¡en serio podrías escribir un libro con tus historias!
—Charlotte: Pero lo mejor, es que tengo que tenerlo pegado a mí todo el día, ¡es mi pupilo! Madre mía. ¿Quedamos luego al salir a las 19:30 h en el Nacional?
-Blair, siiii. ¡Ahí estaré!-Alisse, sí, claro que sí. Nos tienes que contar todo.
-Charlotte, os quiero. Por el camino me encontré con Meghan. —Te estaba buscando, necesito que me firmes unos documentos, que me ha dejado el Sr. Emerson antes en mi mesa.— —Claro, vamos que te firmo esos documentos.— Mi cuerpo estaba presente allí con ella, pero mi cabeza se encontraba muy lejos en ese momento.
Una vez terminé, me dirigí a la 7ª planta y pasé por la cafetería, me cogí una botella de agua fría y caminé tranquilamente hasta la terraza.
Vi a Loren sentado de espalda, en una de las mesas, me acerqué hacia él y me senté.—¿Y para mí, no hay nada?—Me preguntó. — ¿Acaso soy tu esclava? —le contesté con condescendencia.
—Si lo fueses, no serías ese tipo de esclava, me guiño el ojo. Un sudor frío me recorrió el cuerpo.
Me dije a mí misma «¡Charlotte, céntrate!»Le miré.
— ¿Tú crees que esto es normal? ¡Eres el hijo de mi jefe y vas a ser mi jefe! ¡Esto no puede volver a pasar!
— A lo que él me respondió: —¿Estás segura de que no quieres que vuelva a pasar?—
— No... no estoy segura —balbuceé. Me encontraba debatiéndome entre el querer y el deber. Loren esbozó media sonrisa y pasó su mano por la mía —Tranquila, no haré nada que tú no quieras. —
Se levantó, se acercó y me apartó el pelo del oído. Notó su respiración, y un segundo después dijo: —El azar es el que elige, no nosotros. —Pasó su lengua por el lóbulo de mi oreja y la mordió un poco, se apartó y se fue.
Mientras veía cómo su figura iba desvaneciéndose entre la multitud, mi mente se llenaba de dudas. ¿Qué podría pasar si siguiera con este juego adelante? Estaba jugando con fuego, y ese fuego podía quemarme... Podría destruir todo lo que había construido hasta ahora. Las relaciones entre compañeros estaban prohibidas. Y ya no digamos si este es tu jefe