Mi nombre es Gerwar. Soy una persona común... o eso pensaba.
Todo estaba bien en mi vida, pero comenzaron a suceder cosas extrañas, y ahora no entiendo por qué estoy peleando a muerte con quienes creí que eran mis compañeras... y con mis otras versiones de planos temporales distintos.
Comencemos por donde se debe.
Toda mi vida sentí que era distinto, pero jamás le presté atención. Tenía un amigo imaginario llamado Magnus. Dicen que los amigos imaginarios desaparecen cuando creces, pero ya tengo 12... y él sigue aquí. Es bastante fastidioso.
También está Vela. Ella es más calmada, siempre discutiendo con Magnus.
Vela siempre discute con Magnus. Casi no les hago caso... Sé que me tomarían por loco si me pusiera a hablar en medio de la calle con "nadie" a mi lado. Así que solo los reprendo cuando estamos en casa.
Amma tampoco lo sabe. No quiero preocuparla.
Tengo dos hermanos: Jhon, mi hermano mayor, es vidente igual que yo. Y Camil, el del medio, también. Pero de los tres, yo soy el único que, por alguna razón, veo cosas que ellos no pueden... y que se manifiestan de formas más intensas, como espadas espirituales.
Desde que cumplí 15 años he estado combatiendo espíritus, uno tras otro. Uno ya aprende a lidiar con eso diariamente.
A mis 17 años aprendí algo nuevo: a las almas vagantes puedo brindarles un nombre… y ese nombre se funde en mi piel, creando un vínculo.
Sí, lo sé, lo sé… Estamos yendo muy rápido.
Dejame explicarte con más detalle cómo pasó todo.
Estaba caminando por la calle cuando vi a una chica, mayor que yo, tal vez de unos 18 años. Era muy bella… pero de inmediato me di cuenta de que era un fantasma.
Estaba perdida. Triste.
Le ofrecí mi mano, y al ver su expresión, algo en mí quiso ayudarla.
¿Y qué pasó? Puuuuuues…
—Hola, me llamo Gerwar. ¿Estás bien?
(Qué raro… no contesta. Suelen ser muy parlanchines cuando se dan cuenta de que puedo verlos).
Ella me miró con una cara dudosa, y me susurró con voz suave:
—No lo recuerdo... no sé quién soy.
—Oye, está bien. Mirame, ¿vale? ¿Qué te parece si te damos un nombre? ¿Eso te gustaría?
(Asintió con timidez. Apenas un gesto... pero fue suficiente).
—Veamos... me recuerdas mucho a un personaje de un anime que vi hace tiempo.
Así que... te llamaré Charlotte. ¿Te gusta?
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