(28 de marzo de 2023)
Nunca imaginé llegaría a este punto en mi vida. Desde que era un niño, siempre soñé con tener mi propio restaurante, pero ahora apenas sobrevivo con un sueldo miserable en una hamburguesería.
—¿En qué momento caí tan bajo?—
Johan caminaba por las calles desoladas de la ciudad, sumido en sus pensamientos.
El viento nocturno arrastraba el polvo en los callejones abandonados, donde las sombras susurraban historias de violencia y desesperanza. Su silueta se recortaba bajo la tenue luz de los faroles parpadeantes mientras avanzaba con las manos en los bolsillos.
En la actualidad, el país estaba dominado en un 90% por grupos criminales. Estos se habían infiltrado en el gobierno, sobornando políticos y convirtiendo las calles en su patio de juegos, donde la ley ya no significaba nada. La violencia y la corrupción se habían convertido en la norma.
Hace cinco años, las bandas no eran más que pequeños grupos sin mayor importancia, meros revoltosos sin estructura ni dirección. Pero con el tiempo, una de ellas logró lo impensable: unificar la mayoría de los territorios del país bajo su control. Se hacían llamar "Los Cuervos Carmesí".
Lo que alguna vez fue una organización menor, ahora era una de las mafias más temidas. Su influencia abarcaba el tráfico de armas, drogas y todo tipo de negocios ilícitos. No tenían piedad con sus enemigos y eran brutalmente leales entre ellos. Su símbolo, un cuervo rojo pintado con sangre, se había convertido en sinónimo de terror.
Johan suspiró, apretando los puños.
—Si pudiera volver al pasado... — murmuró para sí mismo.
Pero no sabía que esa noche su vida cambiaría para siempre.
Al llegar a su apartamento, ubicado al fondo de un callejón, abrió la puerta y entró.
El ambiente en su interior se sentía extraño, como si algo estuviera fuera de lugar. Fue entonces cuando lo notó: la ventana estaba rota. Un escalofrío recorrió su espalda mientras su mirada se clavaba en la oscuridad de la habitación. Entre las sombras, una figura se ocultaba, observándolo en silencio.
De repente, fue atacado por cuatro hombres armados con tubos de metal y bates. Johan apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el primer golpe se dirigiera hacia él.
Se agachó rápidamente, esquivándolo por poco, y con un giro certero lanzó un golpe directo al mentón del atacante, dejándolo fuera de combate al instante.
Los otros tres no le dieron respiro. Se abalanzaron sobre él con furia.
Johan logró esquivar un par de ataques, pero el espacio reducido del apartamento no le permitió moverse con libertad. Recibió un golpe en las costillas, otro en el hombro y finalmente un batazo en la pierna que lo hizo tambalear. Sin embargo, su determinación no flaqueó. Aprovechando su fuerza y experiencia en peleas callejeras, derribó a los tres con una combinación de golpes y maniobras precisas.
Respirando agitadamente, Johan se apoyó contra la pared. Su cuerpo dolía, pero había logrado salir victorioso.
O eso pensó.
Un escalofrío recorrió su espalda cuando escuchó unos pasos firmes aproximándose desde la oscuridad del pasillo.
Antes de que pudiera reaccionar, una figura alta emergió de entre las sombras.
Su presencia era imponente, su cabello largo caía sobre su rostro, ocultando sus facciones.
La tenue luz apenas iluminaba el filo de un cuchillo que sostenía en su mano.
Johan intentó ponerse en guardia, pero el desconocido se movió con una velocidad inhumana. Un puñetazo brutal impactó su rostro, haciéndolo retroceder. Apenas tuvo tiempo de recuperar el equilibrio cuando su oponente se lanzó sobre él con una furia despiadada.
Ambos se lanzaron en un combate feroz. Johan recurrió a su fuerza bruta, pero su rival era rápido y preciso, cada golpe diseñado para doblegarlo. Sintiendo su resistencia desmoronarse, apenas logró mantenerse en pie.
Y entonces, el destello del cuchillo.
Un dolor punzante en el costado le arrancó el aire. Su cuerpo se tensó al sentir la hoja atravesar su carne. Antes de que pudiera reaccionar, el desconocido lo golpeó con una patada brutal en el pecho.
Johan salió disparado contra la puerta, rompiéndola, cayendo fuera de su apartamento.
Con dificultad, levantó la cabeza y vio al agresor de pie frente a él, con el cuchillo aun goteando sangre. La luz de los faroles apenas iluminaba su silueta, impidiendo que pudiera ver su rostro.
Todo a su alrededor se volvió un eco lejano y su respiración era pesada. Intentó escapar, pero sus heridas eran demasiado graves; sus piernas no le respondieron y, en un último esfuerzo desesperado, cayó al suelo. Su visión se tornó borrosa mientras sus pensamientos lo consumían.
"¿Así es como termina todo...?" pensó, con un amargo sabor en la boca.
"¿Toda mi vida para llegar a este punto...?"
Recordó su apartamento diminuto y sucio, las cuentas acumulándose sobre la mesa, los mensajes de amenazas por sus deudas, la desesperación de no poder salir de ese agujero.
"Siempre quise ser algo más... alguien que valiera la pena. Pero al final... sólo fui otro perdedor hundiéndose en la miseria."
El dolor en su cuerpo comenzaba a desvanecerse, reemplazado por una sensación de vacío absoluto. Su mente se apagaba lentamente mientras el mundo a su alrededor se volvía negro.
Y entonces, abrió los ojos.
La luz del sol entraba por la ventana, iluminando una habitación que conocía demasiado bien. Su corazón se detuvo por un momento. Se incorporó bruscamente, sintiendo su cuerpo sano, sin heridas, sin el peso de la agonía que había sentido momentos atrás.
"¿Qué...?" Su respiración se aceleró al mirar a su alrededor. "¿Qué está pasando...?"
Rápidamente se levantó de su cama y fue hacía su baño, al verse en su espejo notó que era más joven, que tenía la apariencia de cuando era un estudiante de instituto
—Qué es esto...?— Se preguntó
—Pero si estuve a punto de morir!! —
—¿Como es qué sigo vivo...?—
—Acaso estaré soñando...?—
Rápidamente reviso su teléfono y vio que la fecha marcada eran 5 años atrás
—¿28 de marzo de 2018...?— dijo confundido
—¿Qué carajos está pasando...?!!!—
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