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mí querido

🇦🇷Ivana_Piet
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Synopsis
Liam nunca imaginó que una simple equivocación lo llevaría a un destino del que no podría escapar. Encerrado en una habitación donde la penumbra es rota solo por la presencia de aquel hombre, siente su mundo desmoronarse. —¿Qué quieres de mí? —susurra, con la voz quebrada por el miedo y las lágrimas. El hombre se acerca lentamente, sus dedos fríos levantan su mentón con una ternura que contradice la locura en su mirada. —Mi querido… de ti quiero todo. Lo que para Liam es una pesadilla, para su captor es amor. Un amor obsesivo, insaciable, del que no tiene intención de dejarlo huir. ¿Podrá resistirse o terminará sucumbiendo a la dulce prisión de su deseo?
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Chapter 1 - capítulo 1

El eco de sus propias palabras murió en la quietud opresiva de la habitación. Liam sintió el nudo en su garganta apretarse aún más, impidiéndole respirar con normalidad.

La oscuridad era casi palpable, una manta pesada que lo envolvía y lo asfixiaba lentamente. Sus ojos, ya acostumbrados a la penumbra, apenas distinguían los contornos de lo que parecía ser una cama y una puerta al otro lado de la estancia. No había ventanas, ni ruidos del exterior.

Solo el latido acelerado de su corazón resonaba en sus oídos como un tambor de guerra.

¿Cómo había llegado a esto? La pregunta danzaba en su mente, una y otra vez, sin ofrecer respuestas claras. Recordaba la calle concurrida, el tropiezo, la mano que lo ayudó a levantarse. Un rostro amable, una conversación trivial. Luego, todo se había vuelto borroso, como un sueño del que no podía despertar. El olor dulzón de un pañuelo, la sensación de debilidad invadiendo su cuerpo, la oscuridad tragándolo por completo.

Ahora estaba aquí, prisionero en este lugar desconocido, con el miedo royéndole los huesos.

La figura del hombre, aunque apenas visible en la penumbra, se había grabado a fuego en su memoria. Sus ojos… había algo inquietante en su mirada, una mezcla de intensidad y una extraña dulzura que lo helaba hasta la médula.

Un leve crujido lo sobresaltó. El hombre se movía. Liam se encogió sobre sí mismo, pegándose a la pared fría. Sus músculos estaban tensos, listos para cualquier cosa, aunque sabía que no tenía escapatoria.

Lentamente, la silueta se acercó. Liam pudo distinguir ahora los detalles: la forma de su cuerpo, la manera en que se movía, casi felina. Sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando el hombre se detuvo justo frente a él.

Un silencio cargado de tensión se extendió entre ellos. Liam mantuvo la mirada baja, incapaz de sostener los ojos oscuros de su captor. Las lágrimas, que había logrado contener hasta ahora, amenazaban con desbordarse.

Entonces, sintió un contacto frío en su barbilla. Unos dedos delgados y firmes levantaron su rostro con una suavidad inesperada. Liam se vio obligado a mirarlo. La poca luz que entraba por debajo de la puerta iluminaba parcialmente el rostro del hombre, revelando una expresión que Liam no supo descifrar. Había algo de ternura, sí, pero también una intensidad que lo hacía sentir vulnerable y expuesto.

—¿Qué quieres de mí? —logró susurrar, la voz apenas un hilo quebradizo. Las palabras resonaron en el silencio de la habitación, amplificadas por su propio miedo.

El hombre sonrió. No era una sonrisa alegre, sino una curvatura lenta y deliberada de sus labios que no alcanzaba sus ojos. Sus dedos permanecieron en el mentón de Liam, acariciándolo suavemente.

—Mi querido… —la voz era suave, casi un murmullo, pero cada palabra resonaba con una fuerza inquietante—. De ti quiero todo.

Liam sintió su corazón detenerse por un instante. La respuesta, aunque vaga, lo llenó de un terror aún mayor que la incertidumbre. ¿Qué significaba "todo"? ¿Qué clase de hombre era este?

El captor se inclinó ligeramente, su aliento cálido rozando la mejilla de Liam.

—No tengas miedo, mi amor —continuó, la voz ahora un susurro dulce y peligroso—. Estoy aquí para cuidarte. Para amarte como nadie más lo ha hecho— Sonrió mirándolo los ojos con obsesión.

Liam sintió náuseas. Las palabras, aunque pretendían ser reconfortantes, sonaban huecas y amenazantes. Este no era amor. Esto era… obsesión.

—Por favor… déjame ir —suplicó, las lágrimas finalmente cayendo por sus mejillas.

El hombre negó con la cabeza lentamente, sus ojos fijos en los de Liam con una intensidad perturbadora.

—Nunca —respondió, la voz ahora firme e inquebrantable—Tú eres mío, Liam. Y yo soy tuyo. Para siempre— Liam lo miro aterrado.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Liam. La palabra "siempre" resonó en su mente como una sentencia. Estaba atrapado. En una habitación oscura, con un hombre cuya mirada revelaba una locura peligrosa disfrazada de amor. ¿Podría resistir? ¿O terminaría sucumbiendo a esta dulce y aterradora prisión? La respuesta, temía, era la que más lo aterraba.

El captor le dedicó esa sonrisa que lo aterrorizó aún más de lo que ya estaba. Se acercó a Liam y olió su cuello.

—Me encanta tu perfume —susurró, lamiendo suavemente su lóbulo.

—N...no...me toques —gruñó Liam, apartando la cabeza con brusquedad.

—Aún me rechazas —dijo el captor con frialdad, sus ojos azules ahora fríos como el hielo, como si el rechazo de Liam fuera una punzada directa a su pecho.

El ambiente en la habitación se tensó, la frialdad en la mirada del captor hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Liam. El suave toque anterior se había esfumado, reemplazado por una dureza palpable en el aire.

El captor se apartó un poco, aunque sin soltar el agarre de su mentón. Sus ojos azules, antes llenos de una extraña dulzura, ahora parecían dos témpanos de hielo. Liam pudo sentir el temblor en sus propias manos, apretadas en puños a sus costados.

—¿Por qué, Liam? —preguntó el captor, su voz ahora áspera, casi un reproche—. ¿No entiendes que todo lo que hago es por ti? Por nuestro amor.

Liam lo miró con incredulidad. ¿Amor? Esto no era amor, era una pesadilla de la que no sabía cómo despertar.

—Esto no es amor —logró decir, su voz temblaba pero la determinación era firme— Es… estás enfermo— susurro intenta hablar pero su boca estaba seca.

Una sombra cruzó el rostro del captor. Su agarre en el mentón de Liam se tensó ligeramente, aunque no lo suficiente como para lastimarlo.

—Enfermo de ti, quizás —corrigió, la frialdad en sus ojos comenzando a ser reemplazada por una intensidad oscura—.Un amor tan profundo que consume, ¿Acaso eso es una enfermedad?—cuestiono agarrándole más fuerte del menton

Liam sintió el miedo crecer dentro de él. Intentó apartarse, pero el agarre en su mentón se lo impidió. La cercanía del captor, su aliento frío en su rostro, lo hacía sentir atrapado, como un insecto bajo la lupa de un científico cruel.

—Déjame ir —volvió a suplicar, la voz ahora un susurro desesperado—. Por favor, no quiero esto— suplico

El captor soltó su mentón, pero solo para tomar su mano. Sus dedos se entrelazaron con los de Liam, apretándolos con fuerza. La diferencia de temperatura era notable: la mano del captor era fría, casi sin vida, mientras que la de Liam ardía de nerviosismo.

—No entiendes, mi querido —dijo el captor, su voz recuperando algo de la dulzura anterior, aunque ahora sonaba forzada, casi desesperada—. Estamos destinados a estar juntos. Lo sé. Lo siento en lo más profundo de mi ser.

Llevó la mano de Liam a sus labios y depositó un beso frío en sus nudillos. Liam sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Este hombre estaba completamente fuera de sí.

—Te daré todo lo que quieras —continuó el captor, su mirada fija en los ojos de Liam, buscando algo que no estaba allí—. Lujos, comodidades… solo tienes que aceptarme. Amarme como yo te amo— expreso con deseo de poseerlo

Liam retiró su mano con un tirón, sintiendo el contacto frío de la piel del captor como una quemadura.

—Nunca —dijo con firmeza, a pesar del miedo que lo atenazaba—¡ Nunca te amaré!— grito

La sonrisa del captor desapareció por completo, dejando su rostro inexpresivo. Por un instante, Liam creyó ver una punzada de dolor en sus ojos azules, pero desapareció tan rápido como llegó, reemplazada por una máscara de calma inquietante.

—Ya veremos, mi querido —dijo el captor en voz baja, casi para sí mismo—Ya veremos. El tiempo lo cura todo. Incluso el rechazo—

Se levantó y se alejó unos pasos, dejando a Liam solo en la penumbra, con el eco de sus palabras resonando en sus oídos. El miedo, que había disminuido por un breve instante ante su desafío, volvió a envolverlo, más denso y opresivo que nunca. Sabía que su negativa no había terminado con esto. Solo lo había empeorado.