Parte 3
El sol de la mañana reflejaba su luz dorada sobre la inmensidad del océano, creando un efecto casi hipnótico en las aguas cristalinas que rodeaban el ferry.
El sonido de las olas chocando suavemente contra el casco acompañaba el murmullo de los pasajeros, muchos de los cuales eran estudiantes como ellos, en su camino a la prestigiosa Academia Seisen.
Touma Kisaragi apoyó los brazos sobre la barandilla del ferry, observando el horizonte con expresión relajada. A su lado, Hina saltaba levemente de emoción, su cabello anaranjado moviéndose con la brisa marina.
—¡Ahhh, ya puedo verla! —exclamó, señalando con entusiasmo.
Touma alzó la mirada y finalmente lo vio.
La isla Tenryu.
Era como si dos mundos completamente distintos hubieran colisionado y encontrado un balance perfecto.
A un lado, enormes rascacielos de diseño vanguardista se elevaban con estructuras de vidrio y metal, conectados por puentes flotantes y plataformas que parecían desafiar la gravedad.
Al otro, extensos bosques y colinas con templos tradicionales se alzaban con serenidad, rodeados de caminos de piedra que llevaban hasta la costa.
Y, como si fuera un toque final para enmarcar la vista, hermosas playas de arena blanca se extendían a lo largo de la costa, con el reflejo del sol resaltando la pureza de las aguas.
—No puedo creerlo… —murmuró Touma sin darse cuenta.
—Increíble, ¿verdad? —Hina sonrió, dándole un leve codazo en el brazo.
—Es… más de lo que imaginaba.
No esperaba sentirse impresionado, pero la isla Tenryu era un lugar que desafiaba cualquier expectativa.
—¡Y eso que todavía no hemos llegado! —dijo Hina, inclinándose un poco sobre la barandilla—. Estoy segura de que Seisen será aún más impresionante.
Touma suspiró, recuperando su actitud despreocupada.
—Bueno, ya veremos…
Hina lo miró con una sonrisa traviesa.
—Ah, es verdad. Casi lo olvido.
—¿Olvidar qué?
Sin responder de inmediato, Hina metió la mano en su bolso y sacó una pequeña caja negra con su nombre grabado en plateado.
—¡Tu regalo!
—¿Regalo? —Touma entrecerró los ojos con sospecha.
—No pongas esa cara. Es mi forma de agradecerte por acompañarme a Seisen. ¡Ábrelo!
Touma parpadeó, confundido, antes de abrir la caja con cautela. Dentro, encontró un par de lentes de aspecto elegante y moderno, con un ligero brillo en la superficie de sus cristales.
—Espera… espera, espera. Estos son los mismos lentes que vimos en Akihabara.
—¡Sí!
—¿Los compraste?
—¡Sí!
—… No puedo aceptar un regalo tan costoso…
—No te preocupes por eso.
—Pero Hina…
—¡No tomaré un "no" como respuesta! Es un regalo.
Touma suspiró, llevándose una mano al rostro.
—Espero que este "regalo" no te meta en problemas con tu padre.
—¡Mi papá lo entenderá! …O eso creo.
Touma miró los Astra Lens en su mano. Aunque la idea de usar algo de NovaTech le generaba cierta inquietud, no podía negar que eran tecnología de punta.
—Vamos, póntelos —insistió ella con emoción.
—Está bien, está bien… —dijo mientras guardaba sus viejos y gastados lentes recetados.
Touma se colocó los lentes y, de inmediato, una interfaz digital se activó en su campo de visión. Un sistema de bienvenida apareció flotando frente a sus ojos con un diseño limpio y futurista.
[BIENVENIDO A ASTRA LENS V.1.3]
[REALIDAD AUMENTADA ACTIVADA]
Touma parpadeó cuando pequeños indicadores comenzaron a aparecer a su alrededor, mostrando detalles sobre el entorno, incluyendo el nombre del ferry, la temperatura del aire y la distancia a la isla Tenryu.
—Esto es…
—¡Increíble, verdad!
Touma no quería darle la razón, pero sí, era impresionante.
—Bueno, supongo que podría acostumbrarme a esto.
Hina sonrió con satisfacción.
—¡Sabía que te gustaría!
El ferry finalmente se acercó al puerto de la isla, donde una gran estructura en forma de arco daba la bienvenida a los recién llegados con una pantalla digital flotante:
[BIENVENIDOS A TENRYU CITY]
Bajaron junto con el resto de los pasajeros, avanzando entre la multitud mientras observaban los alrededores.
La ciudad era aún más impresionante de cerca. Las calles estaban impecablemente organizadas.
Pantallas holográficas flotaban en algunos edificios, transmitiendo información sobre la vida en la isla y las últimas innovaciones de NovaTech.
Hina tomó a Touma del brazo y lo jaló con entusiasmo.
—¡Vamos, Seisen está más adelante!
Siguieron el camino principal, donde otros estudiantes con equipaje avanzaban en la misma dirección. Finalmente, tras cruzar una avenida rodeada de árboles, la vista se abrió ante ellos.
El Instituto Seisen.
Una gigantesca academia de arquitectura moderna. Seisen no solo parecía una universidad de élite, sino un centro de innovación y desarrollo tecnológico de otro nivel.
A un lado del campus, una enorme estructura con campos de entrenamiento al aire libre indicaba la División de Combate. Al otro, un complejo con laboratorios y salas de simulación representaba la División de Investigación.
—…Sí, esto definitivamente se siente diferente a cualquier otra escuela —comentó Touma, observando el imponente lugar.
—¡Y aquí es donde empieza nuestra nueva vida! —exclamó Hina con emoción.
Touma miró las puertas de la academia con una mezcla de expectativa y resignación.
No estaba seguro de qué le esperaba en Seisen, pero una cosa era segura…
Su vida ya nunca volvería a ser tranquila.
Sentado en un gran sillón de terciopelo y sosteniendo elegantemente una taza de té, el director del Instituto Seisen miraba por el amplio ventanal.
Afuera, los nuevos estudiantes llegaban con sus valijas en mano, algunos con emoción, otros con nerviosismo.
—Así que ya estamos en esta época del año… Qué interesante.
Un suave golpe en la puerta resonó en la sala.
—Ayaka… ya te dije que no tienes que golpear. Pasa sin anunciarte.
La puerta se abrió, y una mujer de traje formal y aspecto impecable entró con pasos firmes. Ajustándose las gafas con elegancia, dejó varias carpetas sobre la mesa.
—director Rheinhardt, aquí tiene los informes que solicitó sobre los nuevos ingresantes.
La oficina del director era un desastre armonizado. Premios académicos se mezclaban con elementos de magia, cuadros extravagantes, y un número ridículo de sombreros de mago de distintos colores esparcidos por el lugar.
Vergil tomó un sorbo de té antes de sonreírle.
—subdirectora Ayaka, ya le dije que puede llamarme Vergil. No es necesaria tanta formalidad.
Ella asintió con un leve suspiro.
—Sí, como sea… estos son los candidatos recomendados por las Fuerzas de Autodefensa de la Bahía de Tokio, junto con los becados internacionales.
Vergil tomó los expedientes que le llamaron la atención. Touma Kisaragi y Hinata Fujimura.
—Hmmm… estos dos son un caso particular. Entiendo que la chica venga por ser hija de un almirante, pero…
Ayaka, con gesto serio, cruzó los brazos.
—Sí, el muchacho no tiene ningún logro destacable. Su expediente es un cúmulo de logros platino en plataformas de videojuegos.
Vergil sonrió, divertido.
—Exacto. ¿No te parece al menos curioso que NovaTech recomiende a alguien sin logros académicos ni físicos? No lo hacen por simple caridad…
Con un aire despreocupado, se levantó y tomó una galera negra de uno de los muchos estantes de su oficina.
—Es como sacar un conejo de una galera… —dijo, y al instante sacó un conejo real del sombrero.
Ayaka lo observó en completo silencio mientras el pequeño animal se movía inquieto entre sus manos.
—¿Es real… o solo un truco publicitario? —preguntó Vergil con una sonrisa pícara.
La subdirectora, con la expresión de alguien que ya había visto demasiadas de sus excentricidades, se llevó una mano al rostro.
—Fuera de su… espectáculo… ¿quiere que lo investigue?
—Nah, veamos qué pasa. Pero algo en el aire me dice que este año… será diferente.
Ayaka ajustó sus lentes con un suspiro y lo miró con una expresión neutra.
—Lo dice el hombre que hace predicciones con un conejo en la mano.
Vergil parpadeó antes de soltar una carcajada.
—¿Qué quieres decir? Me veo elegante y muy formal. Eso fue grosero de tu parte.
—Si usted lo dice… —respondió sin emoción, ya acostumbrada a su actitud. Luego, cambió de tema—. No se olvide que debe dar la charla inaugural más tarde. ¿Tiene listas sus tarjetas del discurso?
—¡Por supuesto! —dijo, y al instante sacó una serie de pañuelos atados entre sí de la manga de su traje, como un truco de magia barato.
Ayaka cerró los ojos, tomándose un segundo para no perder la compostura.
—Debí hacerle caso a mi madre y volverme florista…
Vergil soltó una carcajada con entusiasmo.
—Vamos, vamos, no te pongas tan tensa. Te saldrán arrugas.
Y así, mientras el extravagante director continuaba con su improvisado show de magia, la subdirectora se resignaba a otro año de caos organizado.
Vergil dejó la galera sobre la mesa y sonrió.
—Este año… Seisen tendrá un espectáculo realmente interesante.