Parte 2
Las luces neón de Akihabara parpadeaban con un ritmo hipnótico mientras Touma caminaba entre la multitud. Aunque había llegado primero a Arcadia, uno de los arcades más populares de la zona, no se quejó. Pasar tiempo en ese lugar era casi un ritual para él y Hina.
—Bien, novatos. ¡Es hora de que aprendan su lugar! —dijo con una sonrisa confiada, dejando caer unas monedas en la máquina de "Tower Fighter EX".
Varios jugadores se agruparon alrededor de él al notar su presencia. En la pantalla, un combate frenético entre su personaje y un desafiante desconocido comenzó.
—¡Vamos, viejo! —gritó uno de los espectadores—. ¡Ese tipo es un rango top 100!
Touma simplemente sonrió. Después de años de jugar allí, sabía exactamente cómo manejarse en la competencia.
Cinco minutos después, su rival cayó derrotado con un K.O. espectacular.
—¡Bien jugado! —dijo su oponente, sorprendido pero con respeto.
—Gracias, pero no te confíes. Hina es aún peor que yo cuando se lo propone.
Como si su nombre hubiera sido una señal, Hina apareció de repente y se colgó de su hombro con una sonrisa triunfal.
—¡Touma, te dejé solo cinco minutos y ya estás demostrando tu supremacía!
—Eh, es tradición, ¿no? —dijo él, encogiéndose de hombros.
Hina miró la máquina con una mirada competitiva.
—Mmm, creo que es hora de que te recuerde quién manda aquí.
—¡Oh! ¿Una batalla entre parejas? —comentó uno de los espectadores.
—¡No somos una pareja! —protestaron ambos al unísono.
La máquina aceptó sus créditos y, en segundos, la pantalla se iluminó con su combate. Como siempre, su rivalidad trajo una oleada de risas y apuestas entre los jugadores presentes.
Luego de varias peleas seguidas, decidieron hacer una pausa.
—Creo que ya estoy satisfecha de este juego, ¿qué tal si vamos a otro lugar? —dijo ella mientras se estiraba.
—¿Quieres que vayamos a los gachas?
—Quiero ir por algo dulce, ¿qué tal unos crepes o un helado? Oh, oh, ya sé, ¡un crepe helado! —dijo ella con emoción en los ojos.
—Siempre con cosas dulces. Bien, vamos por esas crepes helados, yo invito —dijo Touma con diversión.
—¡Yey! Sí, quiero algo con frutillas y crema americana.
Los dos salieron del arcade entre risas y charlas, dirigiéndose directamente a un puesto en uno de los callejones para comprar crepes.
Con los crepes en mano, Hina y Touma siguieron explorando las calles de Akihabara, charlando despreocupadamente mientras se abrían paso entre la multitud de turistas y otakus con bolsas llenas de mercancía.
—¡Mira, Touma! ¡Es la edición limitada del artbook de Magical Luna! —exclamó Hina, corriendo hacia la vitrina de una tienda.
—¿Otra cosa de Magical Luna? ¿Cuántos artbooks tienes ya?
—¡No importa, este tiene ilustraciones exclusivas!
Hina entró con energía en la tienda, mientras Touma simplemente suspiraba y la seguía, ya acostumbrado a estos impulsos. Mientras ella revisaba los estantes con emoción, él echó un vistazo al área de figuras coleccionables, observando cómo algunos clientes discutían sobre cuál era la mejor versión de un personaje de mecha.
Finalmente, Hina salió de la tienda con su preciada compra en manos y una gran sonrisa en el rostro.
—Bien, ¿y ahora qué?
—No sé, Hina, dime tú. Después de todo, este es tu tour por Akihabara.
—Hmm… —Hina paseó la mirada hasta que sus ojos se iluminaron con emoción—. ¡Oh, mira eso!
Touma giró su cabeza justo a tiempo para ver cómo Hina señalaba con entusiasmo una máquina de garras en una sala de juegos cercana. Dentro de la cabina de cristal, un adorable peluche de conejo con orejas largas y un lazo en la cabeza parecía mirarlos con una expresión inocente.
—¡Touma, tienes que ganármelo!
—¿Yo?
—Sí, sí, vamos, te reto a que lo consigas.
—No sé, Hina, estas cosas están trucadas.
—Bah, seguro es porque nunca has ganado uno.
Touma sintió su orgullo de gamer ser atacado. Sin decir más, sacó una moneda y la insertó en la máquina.
La garra descendió con precisión… y falló estrepitosamente.
—¡Pffft!
—Hina, no te rías.
—Lo siento, lo siento… —dijo ella, aunque claramente no se estaba disculpando.
Touma lo intentó de nuevo. La garra bajó, logró sujetar el peluche por un instante… y luego lo dejó caer justo antes de la bandeja de salida.
—Esto está arreglado —dijo con el ceño fruncido.
—Sí, claro, claro.
Hina sacó una moneda y la insertó en la máquina con una sonrisa confiada. Unos segundos después, el peluche cayó en la bandeja de salida como si nada.
—¿…Cómo hiciste eso?
Hina tomó el conejo y lo abrazó con satisfacción.
—Experiencia.
—No volveré a confiar en estas máquinas.
—Tampoco confíes en mí en una competencia de gacha games —dijo ella con una sonrisa traviesa mientras se abrazaba al peluche.
Continuaron caminando entre la multitud, perdiéndose entre los neones y las vitrinas repletas de figuras y tecnología de última generación. En uno de los callejones principales, una maid con un uniforme llamativo se acercó con una sonrisa radiante.
—¡Bienvenidos, goshujin-sama y ojou-sama! ¿Les gustaría visitar nuestro café?
Hina y Touma intercambiaron una mirada.
—Ah… estamos bien, gracias —dijo Touma, desviando la mirada.
—Ohh, pero hacen una linda pareja. ¡Les daré un descuento especial si entran juntos!
Ambos se quedaron en silencio por un segundo.
—…
—¡No somos una pareja! —dijeron al unísono.
La maid rió suavemente mientras se alejaba, dejando a Hina con un leve rubor en las mejillas.
—Pfft, ¿puedes creerlo? —dijo Hina, rodando los ojos.
—Sí, qué locura —respondió Touma, sin darle importancia.
Pero la maid no era la única que los veía de esa manera. Más de una vez, mientras pasaban por las tiendas, Touma notó que los vendedores asumían que eran novios. Para él, era algo absurdo.
Para Hina… no estaba tan segura.
Cuando se dieron cuenta, ya llevaban varias horas caminando. Hina revisó su teléfono y sonrió.
—Touma.
—¿Hmm?
—Hora de la última parada del día.
Touma miró hacia adelante y vio el letrero brillante de un karaoke a unos metros de distancia.
—Oh, no…
—¡Oh, sí! ¡Vamos, es tradición!
Sin darle tiempo a escapar, Hina lo arrastró con ella hacia la entrada del local.
—Tienes que cantar algo esta vez —dijo Hina, ajustando el micrófono.
—Nah, prefiero verte a ti haciendo el ridículo.
—¡Cállate y elige una canción! —protestó, tirándole un cojín.
Touma suspiró y buscó en el menú. Finalmente, eligió una canción clásica de anime que ambos conocían desde la infancia.
Cuando la música comenzó a sonar, algo en la atmósfera cambió. Cantaban juntos, riendo al principio, pero poco a poco la energía del momento los atrapó.
Hina lo miró por un segundo más de lo normal. Touma también sintió que algo era diferente, pero antes de que pudiera pensarlo mucho, la canción terminó.
—Ehem… —Hina aclaró su garganta—. Eso estuvo divertido.
—Sí… —Touma desvió la mirada, sintiendo un leve calor en las mejillas.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, hasta que Hina, con su energía habitual, sacudió la cabeza y sonrió.
—Bien, bien, ¡quiero otra ronda!
—Está bien, pero déjame pedir algo para beber y algunos bocadillos.
—Sí, suena bien… pero sin hielo. No quiero que uses eso como excusa cuando pierdas.
—¿Eh? No creas que te lo dejaré tan fácil —dijo Touma, acomodándose sus lentes con un gesto dramático, como si fuera un villano de anime.
Hina soltó una carcajada.
—¡Ese es el espíritu!
La noche continuó como siempre, entre risas, desafíos y bromas… pero algo en el aire había cambiado.