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Prólogo: El Último Intento
Mi nombre es Jun, tengo 16 años y siempre he soñado con pisar un campo de fútbol como profesional. Pero la realidad es cruel: no nací con talento natural, mi estatura es de apenas 1.49 m, y como si fuera poco, sufro de un trastorno de identidad disociativo (DID). He entrenado incansablemente, pero ningún club ha mostrado interés en mí. No encajo en la idea de lo que debería ser un futbolista.
Aun así, hoy me transfiero a una nueva academia. Y aunque no tengo razones para creer que será distinto, algo dentro de mí se niega a rendirse.
—¡JUN! ¡Baja ya! El desayuno está listo, y Sakura está aquí —grita mi madre desde la cocina.
—¡Ya voy!
Cuando llego, encuentro a mi familia desayunando y a Sakura, mi novia, esperándome con una sonrisa.
—Buenos días, Jun —dice, saludándome con un beso.
—Buenos días —le respondo, devolviéndole el gesto.
Llevamos un año juntos, y aunque ella es más alta que yo, nunca le ha importado. Mientras comemos, siento su mano apretar la mía bajo la mesa.
—¿Crees que esta vez será distinto? —pregunta en voz baja.
Yo bajo la mirada y respiro hondo.
—Espero que sí.
Terminamos el desayuno y salimos juntos, tomados de la mano.
—Hoy tienes práctica de voleibol, ¿verdad? —le pregunto.
—Sí, me quedaré hasta tarde —responde con una sonrisa.
El camino hasta la estación es corto, pero se siente especial. Cuando llega el momento de despedirnos, Sakura exagera su voz en tono dramático.
—Oh, amor mío, este es el momento en el que nuestras almas se separan…
Yo le sigo el juego.
—No, mi amor divino, ¿por qué el destino es tan cruel?
Juntos reímos, juntando nuestras frentes.
—Nos vemos después —dice, dándome un último beso antes de subir a su tren.
Cuando el mío llega, apenas puedo subir entre la multitud.
—¡Me aplastan! —me quejo mientras intento respirar.
Desde la ventana veo el campo de fútbol de la academia. Está perfectamente cuidado, el césped brilla con el rocío de la mañana.
"Este será mi último intento…"
El Inicio del Reto
Al llegar a la academia, me sorprende ver la gran cantidad de clubes deportivos. Cada puesto está decorado con imágenes llamativas, promocionando sus equipos.
—Esto es increíble… —susurro mientras camino entre ellos.
Cuando veo el de fútbol, mi corazón late con fuerza. Están haciendo pruebas de selección. Tomo un folleto sin dudarlo.
Después de la primera clase del día, decido dirigirme al campo. Al llegar, veo a chicos altos y atléticos, claramente jugadores experimentados. Trago saliva, pero avanzo decidido.
—¡Rápido, pónganse los petos verdes o naranjas! —ordena el entrenador.
—En los Tigres no aceptamos mediocres —agrega un jugador de tercer año con una sonrisa arrogante.
Mientras me preparo, siento que alguien me toca el hombro.
—¡Hey! Parece que estamos en el mismo equipo. Me llamo Toru, ¿y tú?
Su tono amistoso me sorprende.
—Jun… un placer.
—No seas tan formal, relájate. ¿Qué posición juegas?
—No lo sé…
—Si quieres, quédate en el medio derecho. Yo estaré arriba como extremo derecho.
—Está bien.
—¡Muy bien, que comience el partido! —anuncia el entrenador.
El silbato suena, y el juego empieza.
Los naranjas dominan el balón desde el inicio. No tardan en atacar con fuerza. Un delantero queda solo en el área y…
—¡Gol!
El marcador se pone 1-0.
—Son fuertes… —murmura Toru, secándose el sudor.
—En especial su número 10. ¿Cómo se llama? —pregunto, observándolo.
—Ren. Es el mediocampista central, el cerebro del equipo.
Reanudamos el juego. La pelota llega a Toru, y su expresión cambia.
—Veamos qué tan buenos son…
Con un par de movimientos rápidos, supera a dos defensas. Luego, hace una pared con un compañero, se adelanta y, sin pensarlo, dispara.
El balón vuela con una curva perfecta y se clava en el ángulo derecho.
—¡Golazo!
—¡Qué increíble! —digo impresionado.
El primer tiempo termina con el marcador 1-1.
La Segunda Mitad y el Cambio
Al inicio del segundo tiempo, Ren toma el balón y avanza sin miedo. Se deshace de cinco jugadores con facilidad.
—¡Voy a detenerlo! —grito, corriendo hacia él.
Pero con un solo movimiento, me deja atrás.
—¡Demonios!
Ren sigue avanzando y, al ver a su delantero bien posicionado, le pasa el balón con efecto.
Yo corro con todas mis fuerzas e intento interceptarlo.
—No vas a alcanzarlo, enano —se burla el delantero.
Salto con todo, pero apenas rozo el balón. El delantero cabecea…
¡Palo!
El balón rebota y me golpea en la cabeza. Todo se vuelve borroso.
De repente, me pongo de pie. Algo dentro de mí ha cambiado. Mi mente se siente nublada, pero mi cuerpo se mueve solo.
Corro a presionar a Ren con una intensidad que no reconozco en mí mismo.
—¿Eh? —Ren frunce el ceño al notar mi mirada.
Interrumpo el pase de un compañero y, sin dudarlo, envío un balón en profundidad a Toru.
—¡Qué pase tan preciso! —exclama él, sorprendido.
Corro al área, y Toru me entiende de inmediato. Me manda un centro perfecto.
—No podré llegar…
Pero mi cuerpo no piensa lo mismo.
Me lanzo en el aire, golpeo el balón con una volea perfecta y…
—¡Gol!
Compañeros y contrincantes quedaban asombrados al ver tal jugada.
El partido termina 2-1. Mis compañeros corren a abrazarme, pero yo… no entiendo qué pasó.
—Eso fue increíble, Jun.
—¡Increible disparo!
—¡Buena jugada!
Ren, aún en el suelo, golpea el césped con frustración.
—¡Maldición!
El entrenador se adelanta.
—Voy a nombrar a los seleccionados.
Mi corazón late con fuerza.
Después de tanto esfuerzo, después de tantos rechazos…
—Jun, has sido seleccionado.
Las palabras resuenan en mi cabeza. No lo puedo creer.
—Lo… lo logré…
Mis piernas tiemblan. Mis ojos se humedecen.
—¡¡¡LO LOGRÉ!!!
Su carrera apenas comenzaba.
CONTINUARÁ...
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Espero que les haya gustado esta introducción a mi primera historia, que voy a crear con mucha emoción y alegría. Muy pronto comenzaré con los capítulos más largos y detallados. Comenten qué les pareció y si quieren ver más.
Recién creado Instagram: @Jaiderlara11
Hasta la próxima ✌️