Todo era negro. Negro como el corazón del que me destruyó. Sentí que cada parte de mi alma se rompía en mil pedazos, y el aire de mis pulmones se fue cuando mis ojos se cerraban y la oscuridad me rodeaba. No quería sufrir más por un amor que resultó ser falso, tantos sacrificios por alguien que no me amaba.
Me dejó morir solo en el dormitorio donde pasamos nuestros momentos más hermosos. Yo era solo un arma para él, un trofeo que tiró a la basura. Tantos sacrificios para que pudiera huir con su amante, la que clavó un cuchillo en mi corazón.
No pensé que el amor me destruiría, que me traería aquí. Fui ingenuo y ahora es mi turno de vengarme, de incendiar el mundo hasta que lo encuentre.
La sangre manchó las sábanas plateadas, y su olor me recordó la primera noche que lo conocí. En un callejón oscuro, con un arma apuntando a mi cabeza. Un buen comienzo, ¿verdad? ¿Quién hubiera pensado que podría enamorarme de Aleksander Morreli, el príncipe de la mafia? Él era el que dejaría su huella en mi corazón, pero el que me dejaría morir solo. Las apariencias me engañaron, y su belleza divina me conquistó, siendo una simple máscara de un mundo de drogas y asesinatos. Pero él no sabía nada, que yo siempre estaba un paso por delante de él y que me vengaría de todo lo que me hizo.
Y como estaba diciendo, todo comenzó hace cinco años, cuando dejé que mi corazón sintiera amor. Todo era hermoso entonces, hasta que no lo era.