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El juramento de las lunas gemelas

Siete_Puentes
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Synopsis
En Titán, las dos lunas gemelas marcan el destino de los nacidos bajo su luz. Un antiguo oráculo predijo que una unión entre un ángel y un elfo oscuro traería la destrucción... o la salvación. Cuando Lyara, la princesa de los elfos oscuros, es enviada a espiar a los ángeles en su fortaleza de hielo, se encuentra con Kael, un guerrero caído en desgracia. Ambos marcados por sus lunas y por sus lugares en sus propios clanes, pronto se verán envueltos en los más grandes secretos y misterios tras una profecía convertida en leyenda.
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Chapter 1 - Capítulo 1

Capítulo 1: Bajo la luz de las lunas gemelas.

Era la primera vez que Lyara tenía permitido subir a la superficie sin un escolta y sin sus padres cerca; simplemente se sentía poderosa, pero a la vez sentía la carga de su nuevo rol. Su padre, un hombre mayor y agotado por la batalla, estaba gravemente enfermo y, ante el miedo de que su hermano menor Dulet no alcance su mayoría de edad, era su deber encontrar una debilidad dentro de los seres celestiales.

No había sido fácil para sus padres y lo sabía; ella era la luz de la siguiente generación y sobre sus hombros recaía que la sangre siguiera pura y fuerte, pero su habilidad la hacía también una gran guerrera y podría ser la diferencia para obtener la victoria.

—Confíen en mí —Les había dicho a sus padres luego de la reunión secreta— Volveré pronto y todo saldrá a nuestro favor.

El frío de la superficie la golpeó con una fuerza que le robó el aliento.

Lyara Nocthélis no era ajena a la oscuridad ni al silencio. Creció en las profundidades de Umbraal la capital de su especie, donde los túneles vibraban con la magia oscura de su gente y la luz del sol jamás tocaba las piedras esculpidas por los elfos oscuros. Allí, la noche era su aliada y las sombras, su refugio.

Pero aquí, en la superficie de Titán, la oscuridad tenía otro significado.

No había muros de piedra para protegerla ni techos de ónix reflejando la energía de los cristales lumínicos de Umbraal. Solo estaba el inmenso cielo abierto, donde Aelion y Nyxar, las Lunas Gemelas, derramaban su pálida luz sobre la tundra helada.

Por un momento, Lyara sintió el impulso de regresar: Las reglas eran distintas en la superficie. Aquí, el frío no se disipaba con hechizos de calor y las sombras no obedecían su llamado con la misma facilidad. Pero no podía permitirse dudas. Su padre estaba muriendo y su hermano menor estaba en peligro. Su pueblo dependía de su éxito.

Se cubrió con su capa oscura y avanzó.

Según los informes de los espías de Umbraal, el Dominio Celestial se alzaba sobre pilares de energía pura, flotando por encima de los Desfiladeros de Bruma. Pero había una ruta menos custodiada: un antiguo paso escondido bajo las Montañas Heladas, usado en tiempos de guerra.

Nadie sabía si aún existía.

Nadie había regresado para confirmarlo.

Lyara descendió por un estrecho sendero, donde la roca negra de Titán se combinaba con enormes columnas de cristal azul. El Bosque de Cristal, lo llamaban los humanos que alguna vez intentaron colonizar la luna. Para los elfos oscuros, era un sitio prohibido. Las piedras cantaban en la noche, susurrando los secretos de quienes morían aquí.

Eran canciones que, de ser escuchadas, llevaban a una locura que solo la libertad de la muerte era capaz de corregir.

Mientras se adentraba en el laberinto de formaciones de cuarzo y hielo, la temperatura descendió aún más. Cada uno de sus pasos hacía crujir la escarcha bajo sus botas, rompiendo el silencio absoluto que dominaba el paisaje.

Entonces, lo escuchó.

Un eco, apenas un murmullo en el viento: No estaba sola.

Lyara se deslizó entre las rocas, agachándose detrás de una formación de cristal.

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Observó.

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En la lejanía, una criatura se movía entre la niebla.

Primero creyó que era una bestia salvaje—tal vez un Lykar, uno de los lobos de seis patas que cazaban en los páramos de Titán. Pero cuando la figura emergió a la luz de las lunas, su sangre se heló.

Era un sombraespíritu.

Un ente de niebla y susurros, formado por la energía residual de los caídos en batalla. Su esencia era la de cientos de almas atrapadas en un bucle infinito de agonía. Los elfos oscuros lo consideraban una maldición.

El sombraespíritu flotó sobre el hielo, su silueta amorfa deslizándose entre los cristales con movimientos etéreos. Lyara contuvo el aliento y se quedó inmóvil.

Sabía que no podía luchar contra él. Las armas físicas no le harían daño; al contrario, haría que se obsesionara con hacerla parte de su todo.

El espíritu se detuvo.

Se giró en su dirección.

Los ojos de Lyara se encontraron con el vacío absoluto de la entidad.

Un susurro invadió su mente.

"Luz y sombra… condenados a encontrarse. Dos lunas en el mismo cielo. Dos destinos entrelazados. La profecía despierta..."

Un escalofrío recorrió su espalda ante esas palabras que ya no eran un murmullo de agonía indescriptible; era un claro mensaje.

La profecía.

Su madre la había criado con la historia de las Lunas Gemelas: el mito de que, si un ángel y un elfo oscuro unían su destino, los cimientos del mundo temblarían. Lyara nunca lo había creído.

Pero ahora, algo dentro de ella le decía que esta noche cambiaría su vida para siempre.

El sombraespíritu se desvaneció en la niebla, su silueta disipándose como humo.

Lyara soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo y se obligó a seguir adelante. La verdad es que nadie sabía bien si era una profecía que se pudiera cumplir, luz y oscuridad habían luchado por muchos años y eso no cambiaría.

La temperatura descendió aún más cuando salió del Bosque de Cristal y se acercó a la base de las Montañas Heladas. Las formaciones rocosas aquí eran diferentes: picos afilados de hielo negro sobresalían del suelo, reflejando las lunas como fragmentos de vidrio roto.

Lyara estudió el paisaje.

Según los mapas, en algún punto de estas montañas se hallaba el antiguo Camino del Viento, un sendero olvidado que conducía directamente a las Torres de Cristal, la ciudad flotante de los ángeles.

El problema era encontrarlo antes de morir congelada.

"Y antes de que la encontraran". Ya que técnicamente esa ya era tierras de los Ángeles.

Apenas había dado unos pasos cuando sintió una vibración en el aire. Un murmullo grave, como un trueno lejano: Algo se movía en el cielo.

Miró hacia arriba y vio una figura descendiendo desde las alturas.

Un ángel.

Lyara se ocultó tras una formación de hielo, observando con cautela. La figura aterrizó con gracia sobre la escarcha, doblando las rodillas al impactar con el suelo. Su capa ondeó con el viento y sus alas se plegaron tras su espalda.

Su armadura dorada brillaba bajo la luz de las lunas.

Lyara contuvo la respiración; podía reconocer quién era: Kael Vareth.

El ángel caído.

Había escuchado su nombre en los informes de los espías. Un guerrero legendario, un general desterrado, un hombre que ya no pertenecía ni al cielo ni a la tierra. Nunca se supo cuál era su traición, pero estaba claro que ese delito había marcado no solo su vida, sino todo Titán que era capaz de conocerlo y respetarle.

Pero, ¿qué hacía aquí?

Kael alzó la vista, recorriendo el paisaje con su mirada intensa.

.

.

.

Estaba buscando algo.

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O a alguien.

Por un instante, Lyara sintió un impulso extraño: quería observarlo más de cerca. Quería saber qué buscaba, qué historia escondía tras sus ojos de tormenta.

Pero sabía que no podía arriesgarse. Se movió con cuidado entre las rocas, intentando rodearlo.

Pero Kael no era un enemigo fácil de engañar.

Su voz resonó en el aire helado.

—Sé que estás ahí.

El corazón de Lyara se detuvo por un segundo.

Kael giró la cabeza levemente, su mirada fija en su escondite.

—No hay sombras lo suficientemente profundas para ocultarte de mí.

La tensión se hizo insoportable.

Sabía que tenía dos opciones: huir o atacar.

Eligió la tercera.

Salió de su escondite con rapidez, moviéndose como un relámpago. Sacó su daga y se lanzó hacia él, dispuesta a reducir la distancia antes de que pudiera reaccionar.

Pero Kael ya la esperaba.

Con reflejos sobrehumanos, bloqueó su ataque con el antebrazo. El impacto resonó en el aire helado. Antes de que Lyara pudiera reaccionar, el ángel la empujó contra una de las rocas cristalinas, inmovilizándola con su peso.

Sus rostros quedaron a escasos centímetros de distancia.

—No eres de aquí. —La voz de Kael era baja, peligrosa. Su rostro parecía serio, pero sus ojos parecían brillar con intensidad.

Lyara forcejeó, pero su agarre era firme.

—Déjame ir —Susurró, su respiración agitada por la lucha.

Kael no respondió. Su mirada recorrió su rostro, estudiándola. No era solo una espía. Sabía que ella era diferente.

Lyara sintió el calor de su cuerpo contra el suyo.

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.

.

La fuerza contenida en sus músculos.

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La cercanía.

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Por primera vez en su vida, se sintió atrapada de verdad. Ella era capaz de enfrentarse a los guerreros más fuertes de sus líneas y ganar; incluso era capaz de derrotar a grandes guerreros de otras especies.

Las Lunas Gemelas brillaban en el cielo, observando su destino entrelazarse con el del ángel.

Y en su mente, el eco del sombraespíritu resonó de nuevo:

"Luz y sombra… condenados a encontrarse".