No se molesten en interpretar de otro modo esta historia. Soy humano, y me gustaría contarle a alguien las aventuras que tuve. También mi intención es que recen por mí, ya que he cometido muchos crímenes... crímenes, eh, nunca lo había pensado así, pero al final... al final es la realidad. No sé si puedo llamarlos crímenes, ya que todo fue por orden de los emperadores de Stenlaut, un imperio que tiene bajo su reinado, desde el norte con las montañas más grandes y puntiagudas, hasta las tierras frías del sur. Aunque Stenlaut tiene dominio total de este continente, no todo es tan bueno como se pinta, ya que hay otro pedazo de tierra casi igual al otro lado del océano. Stenlaut se ha peleado varias veces con ese grupo de reinos e imperios por el control de las islas que se encuentran en el camino. La guerra acabó con un acuerdo que dictaba que los ejércitos de cada continente no podrían pasar una línea imaginaria. Yo participé en la guerra, pero no les contaré ahora esa historia, todo a su debido tiempo.
Verán, Stenlaut tenía una capital grande, y esa capital era: Dinas Gaerog. En esa capital, la electricidad ya estaba siendo utilizada en objetos que producían luz y en seguridad, aunque esto último solo lo podían pagar muy pocas personas, y normalmente era la gente con más dinero en Stenlaut. Esa luz alumbraba el piso de Dinas Gaerog y se podía ver con detalle lo que pasaba en esos suelos de piedra. Esas luces nunca fueron un problema para mí, ya que Dinas Gaerog tiene edificios muy grandes, elaborados de piedra y, en casi todos, una figura mitológica en lo más alto, aunque lo de la criatura mitológica solo era en edificios específicos y sobre todo altos.
tengo que decir muchas cosas, pero que mejor, que empezar por donde todo se empezo a quebrar.