PRIMERA PARTE.
El primer recuerdo en mi nuevo cuerpo era confuso. Recuerdo que aún no había terminado de caer, pero sentía frío y que mi cuerpo estaba dormido, como si no terminase de acostumbrarme. Mis ojos al abrirse pudieron ver cómo es que el cielo era blanco cubierto de nubes, iluminaba y daba paz como si estuviera dándome la mano, podía ver en cámara lenta los copos de nieve que me rodeaban en ese lugar. Era el momento en el que estaba naciendo.
Sentí la paz cuando mi cuerpo no estaba apoyado en nada, estaba flotando como un copo de nieve más, era un paisaje frio, pero al que yo tomaba como cálido, era algo ameno, sentí una sensación desconocida en mí, una muy profunda. Miré a los lados para divisar como mi cabello rojo estaba moviéndose lentamente, aunque cuando vi al cielo nuevamente una chica de pelo rubio me estaba viendo, hablando y gritando en un idioma que no conocía. Era extraño sin dudarlo, pero mi paz no se interrumpía, al menos no hasta que pude escuchar y sentir el sonido de como mi cuerpo chocaba con el suelo y la nieve, dolía demasiado pero no podía gritar ni tampoco sentía nada al respecto, me contradije en pensamientos, pero al sentir tanto era como si no podía sentir nada. Los sonidos estaban haciéndose notar con cada momento y el tiempo avanzaba, mi cuerpo se encontraba en un estado donde me adaptaba a las necesidades, pude notar como la nieve misma era teñida por mi sangre.
La sangre estaba saliendo de mí, casi del mismo tono que mi cabello. Recordaba entre los gritos y la gente que se acercaba, una melodía que me parecía lejana, melancólica, pero al mismo tiempo tranquilizante. Voces en mi mente de las personas que me rodeaban eran tapadas gentilmente por esa melodía, tan amena y tan nueva. Logre ver en mis manos como es que había líneas rojas y azules fluyendo como un gas, este cuerpo se sentía rodeado por un baño de dolor, vapor y ruido mientras que la melodía desaparecía. Mis nuevos oídos escuchaban los susurros, los gritos y la discordia a mi alrededor. El suelo vibraba, aunque ahora mi vista dejaba de ver el blanco y rojo de la nieve, ahora me concentraba en estos puntos negros que aparecían y entumecían mi cuerpo. Perdí la consciencia y apenas había nacido… O más bien, apenas había renacido.
Cuando desperté, sentí estar en un sueño extraño. Un cielo y un mar, ambos iguales de claros y fríos que cuando yo estaba abriendo mis ojos. Al darme vuelta y levantarme, camine en el agua para observar cómo había dos estatuas de mujeres. Una roja otra azul, a la merced de una mano blanca la cual las estaba fusionando dando una intersección morada cuando ambas se juntaban. Era una mano rodeada de detalles dorados, de una piel como las nubes, pero con solidez de roca. Este se me presentaba ahora una estatua de una sola mujer, imperfecta y se notaba, no estaba finalizada. Faltaba el corazón puesto que en el pecho solo había un agujero, faltaba la mente porque solo estaba la cabeza apenas iniciada. Era como ver arcillas de colores apenas mostrando el tinte apropiado, entre el rojo y el azul apenas había morado. "Muy separado" susurre y posteriormente agregue "¿Por qué esta así?" cuestionando a la mano que formaba la escultura, con voz paternal solo me respondió: "Falta que crezca, te encargaras de ello."
No entendía a qué se refería esa mano, ¿Cómo puede crecer una escultura? No son plantas, ni están vivas, pero esta mano simplemente tocaba mi frente y me hizo despertar de ese sueño.
[…]
Abriendo los ojos, contrastaba aquello que veía y que empezaba a sentir. Mi cuerpo dolía y me sentía golpeada, con sabor a metal en mi boca, viendo hacia el cielo me encontré con un techo negro, hecho de ladrillos completamente oscuros. Sentía como era presa de mi cuerpo, de su debilidad y su mortalidad, pero aclare mi mente al ver hacia la derecha y presenciar la ventana, hermosamente construida con algunos cristales azules que aun así me dejaban ver claramente lo que había afuera. Enormes montañas heladas y un puente cubierto de nieve con pilares de una luz celestina casi divina. Me sentía asombrada cuando pude también ver cómo es que había gente caminando en ese clima como si nada, suspiré dejando escapar mi aliento que no recuperaba la temperatura, no obstante, me sentía cómoda en el cómo me tapaba el calor de las frazadas de pelaje que había encima mío.
Era una cama de hospital como pude notar, pero no quería ver a otro lado que no fuese por esa ventana, aunque esta débilmente me devolvió el reflejo mostrándome mi cuerpo vendado y dañado, en la mejilla de mi rostro sentí una grieta. Una pesadumbre atormentaba mi corazón al encontrarme en ese estado, sin saber por qué y preferí acomodarme en la cama, al darme vuelta pude tener una vista más sorprendente. Noté que el cuarto era pequeño, pero simplemente me asombraba más lo que vi.
Una chica alta con pelo sedoso, parecía irreal su belleza cuando note el cabello que parecía finos hilos de oro. Liso y largo, con un collar que parecía hecho de carbón y que contrastaba a su belleza, el gesto que pude entender fácilmente en su rostro fue: se había quedado dormida. En un asiento de madera que me decía a ciencia cierta lo incomodo que era, no sabía qué hacer, pero decidí investigarla más con mi mirada. Tenía una piel blanca y manos delgadas con uñas pintadas en un elegante color esmeralda. Note también una muñequera con dos puntos en él y en un cuadrado, el oro en esa muñequera se movía cada tanto casi como si estuviera vivo, "Este mundo es muy extraño" fueron las palabras que escaparon de mi boca débilmente en un tono frágil. Fue suficiente como para que esa hermosa chica despertase lentamente.
Aunque no la conocía, no tarde en sentir su hostilidad al verla despertar. Me sentí ahogada en una especie de gas denso, el aire era más difícil de respirar y pude sentir mis huesos temblar en cuanto se despertó. Un aura dorada la rodeaba mostrándose con tintes negruzcos en las puntas y como si fuera ébano era el contorno que la rodeaba, era un aura similar al fuego mismo, a un fuego divino. Sus pelos se elevaban y se levantaba ella misma gritándome en un idioma que poco a poco estaba empezando a entender.
Lo entendí sin duda alguna cuando esa mujer me gritaba cada tanto, no pertenezco a este mundo donde hay gente capaz de hacer esto apenas despertar, el idioma en el que hablaba esta mujer mi mente lo estaba desenredando de manera automática causando que la pudiese entender poco a poco y unos segundos después lo había podido entender al mismo tiempo le proporcionaba una mirada confusa y perdida en esta situación tan agobiante.
¡¿Me estas escuchando?! -exclamaba furiosa la muchacha. – ¡Sylliete, eres insoportable!
Era muy hostil, pero, no podía hacer mucho en mi estado actual, sentía dolores en mis pulmones y en mi caja torácica, dolía respirar y sus gritos solo me dificultaban pensar, no había nada que podía hacer así que solo dije con mi mismo tono de voz.
No te estaba entendiendo, disculpa. – Dije suavemente para no esforzarme. - ¿Podrías repetírmelo? Por favor… solo no grites.
Yo nunca entendía esta reacción ni estas emociones, ¿Por qué enojarse? ¿Por qué gritar si estoy cerca?, menos entendí en la primera vez como es que la joven de pelo dorado se preocupó genuinamente tras escucharme hablar, simplemente no pude comprenderlo. Se puso pálida y retrocedió, el aura que cargaba también se encerró en su cuerpo, ahí mismo note que este escenario era desconcertante y no me gustaba demasiado, me fije en sus ojos. "Un cumplido siempre soluciona situaciones" pensé ingenuamente para decirle…
Tienes ojos verdes, como la Malaquita. – Y le di una cálida pero débil sonrisa de mi parte. – Ahora, ¿podrías repetir lo que decías? Te escucho.
Dije todo en el tono más amable, aunque estaba muy débil, no quería peleas, pero con eso había bastado para hacer que la joven de ojos verdes presionase su muñequera dorada mientras se sentaba, como si hubiese visto un fantasma. No sabía que más podría venir, pero, me dolía todo y sentía susurros en todas partes los cuales se volvían cada vez más intensos, estaba escuchando mucho en una habitación donde nadie hablaba. Las líneas rojas y azules aparecían de vez en cuando intentando obtener forma frente a mi vista.
Pero no importaba mucho, volví a padecer de mareos y creo que pude saber qué era lo que me sucedió antes de despertar en la comodidad de esta cama, creo que me caí de un lugar muy alto, lo advertía por los dolores de espalda y en mis huesos, también por sufrir como si me hubiesen apedreado. El hablar de por sí me había consumido energía… sentí la necesidad de descansar más.
Horas pasaban en lo que me recuperaba, no soñaba, pero solamente estaba descansando mi cuerpo. Mis ojos se cerraban pestañeando despertando a distintas horas del día, cada que miraba débilmente esta chica de pelo rubio estaba conmigo. A veces había personas con batas largas, otras con tapados de piel, a veces despertaba en el alba, otras en el atardecer, "es un milagro que, aunque sea este inconsciente" era lo que decían o eso entendía. Los días pasaban y era capaz de mantenerme despierta más tiempo, pero no hablaba. Tenía la impresión de que tenía más sangre en la boca que oxígeno en el pulmón.
Mi renacimiento fue doloroso, aunque el pasar rápido de los días me hiciera favores. En esta habitación oscura pasaban muchas personas, pero solo esa chica hostil era quien se quedaba permanentemente conmigo. La veía llorar de vez en cuando o con una clara frustración, yo no decía nada para recuperarme más y ella no gritaba más. Eventualmente pude conseguir mantenerme despierta durante un día entero y pude notar como hablar no se me dificultaba tanto ya. Esa mañana al despertar solo pude notar como una mujer de pelo purpura y vestidura blanca se retiraba, ahí estaba la misteriosa mujer de ojos verdes que siempre me acompaño y yo tenía algo nuevo en mi muñeca.
Cuando me vi el brazo, además de notar la cantidad enorme de vendajes, papeles, glifos y runas en mi cuerpo y en lo que llevaba puesto, no era fácil de obviar que poseía un dispositivo de oro. Una muñequera como la de mi acompañante en esta situación, la mía solamente tenía un punto celestino y un entramado de circuitos dorados que estaba extendiéndose por mi brazo, no quería decir nada, pero algo me empujo a intentarlo.
Buenos días.
Dije de forma suave y débil a esta mujer, paulatinamente empezaba a sentirme con más energía, ella por otra parte lentamente se daba la vuelta a verme con una mirada de arrepentimiento que oculto con una sonrisa, pero, aunque no hubiera estado viva tanto tiempo puedo decir que, esa es una sonrisa triste.
Buenos días. – Respondió. - ¿Cómo te sientes Sylliette? -Pregunto en un tono más compasivo pero forzado. - ¿Puedes mantenerte consciente? Sí, eso creo… mi cuerpo se siente mejor ahora.
No pude aguantar mucho más, debía confesar y decir la pregunta que me rodeaba desde que renací. Sylliette era como se referían a mí, pero, no me sentía cómoda con eso.
… Lamento decir esto, pero no recuerdo nada, ¿Quién eres? ¿Sylliette es mi nombre acaso?
Tras decir eso, pude ver el cómo esta mujer suspiraba en una simple resignación, ella se acercó a mi sentándose a mi lado en esa silla de madera, yo hice lo mismo imitándola pensando en que así se comportaría en estas situaciones una persona. Me senté en mi cama, acomodando las frazadas de piel y examine a detalle el cuarto antes de que la chica me dirija la palabra.
Sí, ese es tu nombre. Sylliete Worthrun. – Afirmaba con actitud propia de una dama refinada. – Yo, soy Calista de Ivarswood. Tengo mucho de lo qué contarte.
Su nombre me había confundido, hice una pregunta que resonaba entre mi mente y los susurros que cada día escuchaba y que cada vez eran más potentes.
Worthrun es mi apellido ¿no? ¿Por qué el tuyo parece más de un lugar? – cuestione y un tic en el ojo de Calista me hizo notar que había cometido un error. – Bueno, es porque solamente los nobles tienen apellido. Tu eres una noble y yo al no serlo solo debo decir donde nací para ser identificada.
Su tono de voz amable, su sonrisa y la calidez que me daba, era falsa, lo sentí en cada parte de mí. Pude por unos momentos empezar a entender los susurros que había en el cuarto y ver detrás de esa sonrisa falsa de Calista. Note como si fuera lo que realmente pensaba… "¡Que descarada! ¡Va a salir de nuevo a presumir su riqueza! ¡Debería de haberle dicho que es una huérfana en lugar de la verdad!" eso pensaba Calista, aunque era solo la parte roja de su silueta, la parte azul decía: "Ten paciencia, perdió su memoria… no va a tener recuerdos de muchas cosas… No me gusta la situación tampoco, pero mantén la calma Calista."
Entendía ahora lo que sucedía por los pensamientos, me sorprendía ver con mis ojos a tres personas de diferentes colores al mismo tiempo, aun cuando yo entendía que solo estaba frente a una. No sabía más de esto, no quería preguntar por lo que no lo hice. Calista mantuvo su calma y continúo hablando tras aclarar su garganta.
Verá usted, Señorita Sylliete Worthrun… ("¡Detesto tratarla con honoríficos! ¡Tenemos la misma edad!")- Resonaba más la parte roja que la azul ahora. – Usted sufrió un accidente grave y lleva internada unas siete semanas en el hospital. No hace falta que me trate de usted. -Tome por sorpresa a Calista y ella se vio aliviada. – ¿Qué sucedió para que acabe así?
Pude notar como la de ojos verdes estaba más cómoda y eso me hizo sonreír un poco, ella siguió hablando intentando contener su emoción con un rostro más serio, aunque su pequeña sonrisa la delataba.
Sí así lo desea… bueno, caíste desde la parte más alta de las murallas del Colegio Mágico White Wyvern. Y también… Lo lamento.
No era algo que fuese difícil de notar, a medida que hablaba sentía como Calista estaba esforzándose demasiado. Sus ojos verdes como Malaquita se volvieron cristalinos, su respiración se agitaba desapareciendo de la existencia esa tenue sonrisa y las siluetas del rojo y el azul que veía atrás de ella estaban siendo sometidas a una convergencia. Mi mente estaba en un lugar desconocido, no entendía mucho de donde me encontraba tampoco de quien era yo, mi familia ni quien era amigo o enemigo… Pero se aclararon mis pensamientos cuando una sola palabra empezaba a representar a Calista, "Culpa" apareció en mi mente primero, pero faltaba más para agregar… sus palabras actuaban como piezas en el rompecabezas que era mi nueva mente, mi nuevo ser armándose lentamente ansiaba y babeaba por cada nueva pieza, quería sentirme completa, pero faltaban enormes partes de mi ser.
Los médicos han descubierto una enfermedad en tu cuerpo, una nueva y desconocida, eres el primer caso en la historia que ahora sufre de lo que llaman "Olvido del Ser…" – Su tono de voz, se sentía muy conflictuado y confirme mis sospechas al ver sus manos temblar. – Hicieron estudios a tu mente y a tu alma, con los mejores médicos y las mejores herramientas. Todos los recuerdos de tu historia, tus amigos, tu familia y lo que aprendiste se han destruido.
Ella pauso su explicación, no me opuse, esa mujer llevo su mano temblando a su boca mientras que su cuerpo temblaba y su cara se deformaba en una expresión de lamento, tristeza y arrepentimiento. Pero no comprendía porqué ella se sentía mal y yo… Yo no sentía nada en lo absoluto, al menos no en cuanto a sentimientos, lo único que conocía y me era más cercano a sentir era el estado del dolor y del frío o el calor.
La caída causo un daño en tu cerebro, en la parte que se encarga de tu memoria, tuvo una reacción extraña al soltar la magia que tienes dentro… mucha de esa parte quedo intacta pero el resto se ha olvidado de todo, ahora mismo es como…
Como si fuera otra persona. – Interrumpí en un tono monótono. -Me cansé de este juego, puedo saber que me están ocultando algo, puedo verlo.
La mirada de Calista era presa de su sorpresa y la mía actuaba cual depredadora de mi cansancio y del dolor, no soy consciente de como las demás personas miran el mundo, tampoco siento que me importe. Mis ojos me decían que el rompecabezas estaba incompleto y que faltaba la pieza más importante.
Ahora quiero resolver el rompecabezas.
Exigí con una mirada la cual predije podría afectarla. Pero dejé que mi egoísmo guie mis palabras y mis acciones por ese instante. Era obvio que los susurros estaban diciendo más y más, esos pensamientos eran de ella. Me está escondiendo algo, pero eso hace que hierva mi sangre.
Calista de Ivarswood… ¿Qué me estas ocultando?
Nuevamente como era normal en ella, su respiración se alteró y de sus mejillas cayeron lagrimas que parecían salidas de un lago de cristal, su cuerpo se rendía ante aquella última pieza que faltaba y yo me sentí un poco más completa cuando la escuché confesar.
Yo… fui yo quien te empujo… - Decía entre lágrimas bajando la cabeza y ocultando su rostro para que no la vea. – No esperaba que el daño sea así de grave… Lo… Lo lamento de verdad… fue un accidente.
"Arrepentimiento"; era la palabra que faltaba. En el silencio de la sala donde estábamos y que ambas alargábamos yo simplemente deje que derramase las lágrimas. Mi rompecabezas estaba resuelto por ahora, cuando vi afuera pude recordar los momentos en la nieve y antes de la caída. El misterio no se había resuelto.
Uno de los primeros recuerdos que tuve. . . fue de tu rostro. – Le comenté en el tono monótono y falto de emociones a Calista. – Tus ojos los vi y en ellos pude notar que estabas con una mezcla de emociones. No conozco el nombre de todas ellas ni sé cómo describirlas, pero apuesto poder soportar otra caída si es que lo hiciste con una razón.
Mi mente estaba conflictuada, sentía que a mi cabeza le faltaba hacerse y terminarse, faltaban piezas de lo que soy. "Soy una estatua de arcilla rota, necesito encontrar mis piezas" resonaba en mi mente con el primer doloroso latido de mi corazón entre esa prisión de costillas rotas. Mientras le explicaba lo que sentía a Calista una brisa fría se aventuraba en la habitación, interrumpía de manera grosera mi charla por el sonido de la ventana abrirse, pero yo sencillamente no sentía que podía enfermarme. Aunque un nuevo sentimiento llegaba a mi corazón cuando noté como esta chica de cabellos de oro se mantuvo llorando en silencio. Jamás había percibido un pesar de esta magnitud en mi cuerpo, no podía enojarme pues pensé que la lastimé. "Ella estuvo día y noche conmigo mientras me recuperaba… en todo momento y la hice llorar. Tal vez tuvo más de una razón para empujarme."
Me levante de la cama colocando los pies en la losa de piedra tan fría que se había hecho como suelo, mi cuerpo estaba apenas recuperándose aun si pasaron siete semanas, aun así, mi corazón que empezó a latir recién ahora, me dice que no quiero que Calista sienta frío. "Para ella quizás el frío de la nieve y el viento no es tan ameno para mí." La mano de aquel brazo con la muñequera se movía para cerrar la ventana lenta y débilmente, me esforzaba en girar la manilla de la ventana para asegurarla a la vez que mi cuerpo se tambaleaba cuando repentinamente otra mano apareció.
Calista se había levantado viéndome y coloco su mano sobre la mía. Era un sentir cálido, sin duda era el calor del cuerpo de otro humano el cual hizo presión en mi mano para ayudarme a cerrar la ventana. Estuve un rato en silencio dejando que ambas ahora podamos disfrutar de la protección en contra del inclemente clima exterior, su mano pálida y con uñas pintadas en color esmeralda se deslizo sin fuerzas por mi mano y por la muñequera cayendo rendida. Me di vuelta para verla, pero su cabeza se abalanzo sobre mi hombro pese a ser yo más pequeña en altura. Una sensación indefinida volvía a recorrer mi cuerpo. Torpemente iba a hacer un intento de articular una frase la cual se interrumpió por la fragmentada voz de la contraria diciéndome.
Solo déjame estar así un rato… no he visto a nadie más en semanas. – Eso fue lo que me dijo, pero la silueta azul detrás de ella me dijo otra cosa. – ("Necesito abrazar algo… ¿Cómo voy a soportar esto? Prácticamente mate a una persona ¿Qué es un humano sin su personalidad? Es prácticamente algo nuevo a formar… Deje a una familia sin su hija por una tonta venganza que se fue de las manos.")
El azul de su silueta estaba tapándola completamente, era un aura muy extraña y sentí nuevas emociones, las aprendí y las hice mías por unos segundos… No las comprendía por más de aprender su significado, no lo encontraba lógico y me molestaba que no dijese la verdad, pero pude descubrir que tenía una razón tras esto. "Si es una venganza… entonces hice algo mal yo para empezar." Mi hombro se empezaba a sentir húmedo, el susurro se calmaba y acallaba para verme pronto rodeada en un mar de siluetas azules, mi cuerpo se movió por instinto puro, mis brazos rodearon su espalda y la estreche entre los mismos. Ella me dio calor y sentí algo por lo que supuse que si daba lo mismo; Calista dejaría de llorar.
La mente que tengo estaba confusa nuevamente y sufría la necesidad de saber más de mí, de mi pasado y de lo que me había dejado en este estado. No obstante, no era el momento de interrogar, me encargue de que desaparezca la culpa junto el arrepentimiento que ambas tuvimos en ese abrazo mientras que en una esquina pude notar la silueta roja de Calista intentando no mezclarse con el azul, era terca y orgullosa, no me iba a perdonar fácilmente pues aún se veía resistente. "Hay unas caricias moradas en su brazo rojo."
[…]