En la ciudad Astraly todo ciudadano cumple una función, cada hombre y mujer enseña a sus hijos sobre su oficio, pescadores, panaderos, herreros, cocineros, contadores y comerciantes, todos son celosos con el trabajo familiar ya que las técnicas y conocimientos se transmiten de padre a hijo.
Esto deja a los huérfanos desamparados pues sin un padre que los guíe, no existe forma alguna de que aprendan algún oficio. Solo los clérigos aceptan enseñar a realizar la labor de sacerdotes y sacerdotisas a quienes no tienen línea sanguínea pero no está opción salva a los huérfanos pues el costo de ingresar a un seminario es demasiado alto.
Existen solo tres opciones para los huérfanos, aprender a cazar por su propia cuenta en el bosque de la luna roja, el lugar más peligroso de las tierras de Astra, lleno de monstruos y tesoros, encontrar a un benefactor que invietiera su tiempo en enseñarle su oficio a cambio de su servicio y el guardar silencio en cuanto a los secretos y técnicas familiares y por último la esclavitud a cambio de comida y techo.
Junto al muro norte de la ciudad existe un bar llamado veneno de víbora en el que el señor Sigho, un alto y grueso hombre emplea huérfanos que recién han cumplido la mayoría de edad (16 años) y esclavos como meseros he incluso los entrena en el noble arte de preparar bebidas y así volverse taberneros .
Está noche en especial una jovencita de ojos azules y cabello rizado espeso de color negro trabajaba con esmero preparando bebidas en la barra.
El bardo que animaba el ambiente parecía muy alegre hoy y los clientes se hallaban complacidos con el servicio. Solo una persona en la barra parecía demasiado triste y enojado para disfrutar de ambiente. El chico pelirrojo de melena larga miraba con desdén a los meseros en el bar.
- Me gustaría ser lo suficientemente fuerte y astuto para cazar en el bosque y no tener que ser un simple mesero.
Refunfuñó el joven que observaba resignado lo que el creía su destino.
- Basta de lamentarte Roy, el señor Sigho es muy amable al permitir a los huérfanos trabajar aquí. La hermana Lehimme quien nos a criado y protegido desde pequeños y el señor Sigho son las únicas personas que ayudan a personas como nosotros.
- Te resignaste a una vida de carencias demasiado rápido Akú, dónde está la niña que soñaba con construir un castillo para la hermana Lehimme y los demás huérfanos. Ahora es mi deber cumplir ese sueño.
- Aprendí que la magia no crea cosas de cero Roy, se debe tener algo para transformarlo en otra cosa y los huérfanos no tenemos nada.
- Pero ....
Detrás de Roy el hombre grande y gordo parecido a un troll levantó la voz escupiendo enojado.
- Si no quieres trabajar aquí puedes morir en el bosque intentando saquear un cadáver o regresar con las manos vacías y te aceptaré en el bar... Cómo esclavo Roy. Si te daré una oportunidad es porque Akú me lo ha pedido. Ella es una exelente trabajadora y claro que podría construir un castillo si se esfuerza en su trabajo. Bien, ya quedan pocos clientes así que cerraremos en un momento. Roy acompáñame la oficina, necesito hablar contigo sobre tu trabajo y tu contrato.
De mala gana y frunciendo el seño, el chico siguió al tabernero hasta su oficina donde se sentaron cada uno a un extremo de una hermosa, sólida y pesada mesa de madera oscura.
- Verás Roy, no te traje aquí para hablar de tu trabajo. De cierta forma si decidí contratar huérfanos de meseros es porque es muy sencillo, solo se trata de carisma y los más hábiles y agradables terminan de taberneros en la barra.
- Entonces... ¿Que hago aquí señor Sigho?
- Verás pequeño Roy, alguna vez yo mismo fuí un huérfano. La misma hermana Lehimme lo fué, pero tanto ella como yo fuimos ayudados por un joven angel que nos ayudó a cumplir nuestros sueños. Esa es la razón por la que nosotros nos dedicamos a ayudar a los demás, se volvió una cadena de favores. Pero algo que aprendimos de esa experiencia fue que nuestros sueños solo pueden ser cumplidos con la fuerza de nuestra determinación y nuestra fé. Imagino que Lehimme les contó el mito de la creación, recuerda que el supremo creador intentó complacer a su señora y solo consiguió ser traicionado. No puedo imaginar lo que debió haber sentido al no poder complacer a su amada, por mucho que ames a Akú no significa que tú debes cumplir sus sueños.
Roy estuvo atento a cada palabra pero al escuchar sobre sus sentimientos hacía Akú, salto de la acolchonada y pesada silla tan fuerte que la proyectó contra la puerta de la oficina.
- ¡Yo no estoy enamorado de Akú en ningún sentido!
Las velas que iluminaban la oficina perdieron sus llamas y rodearon los puños de Roy. Al momento toda su ira se volvió sorpresa pues este nunca había hecho magia. Tanto el señor Sigho como Roy se miraron fijamente sorprendidos boquiabiertos mientras se quedaban lentamente en completa oscuridad al apagarse los puños de Roy.
Los meseros y Akú abrieron la oficina con dificultad por la silla sobre la puerta, asustados por el estruendo.
- ¿Están bien?... ¿Que pasó? ¿Señor Sigho... Roy?
Ambos se miraban fijamente con la poca luz que pasaba por la puerta.
- Estamos bien señorita Akú, su joven amigo me sorprendió con sus abilidades, eso es todo.
Dos meseras y Akú encendieron de nuevo las velas. Mientras le notificaron que todos los clientes habían abandonado la taberna menos uno. Un hombre joven de unos 17 años esbelto, moreno, de cabello y pulilas completamente blancos, de ropas negras, capucha y manto, esperaba pacientemente en la barra con una copa de cristal transparente rellena con agua cristalina.
- Señor Sigho, no tenemos ese tipo de copas en la taberna... Solo vasos de madera y nunca había visto agua tan clara.
- Lo sé señorita Akú, creo que deben irse todos por esta noche.
Al empezar a caminar hacia el joven, este alzó la voz hacía el señor Sigho.
- Viejo amigo, porque no les invito una copa a todos tus trabajadores y a ti. Vengan todos.
Con un chasquido, sillas y mesas se encargaron de levantar en el aire a tres personas específicamente, Akú, Roy y el señor Sigho.
Con una voz temblorosa, el señor Sigho le indicó a los demás que los vería mañana.