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COTE: Ayanokouji Kiyotaka en la clase A

Ryasamori
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Synopsis
En esta historia luego de que toda la cuarta generación desapareciera, intensifican el nivel a sus lecciones, por el estrés provocado cambia bastante su personalidad y apariencia. - El decide no retenerse en su examen de ingreso ya que no lo ve como algo necesario ya que era demasiado fácil. - El será clasificado como estudiante de clase A, pero Arisu no lo reconocerá por su apariencia
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Chapter 1 - Prologo - Monstruo

Ubicación: Sala blanca

Tiempo: 5 años antes de AHNS

'Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse en uno' 

Cita de Friedrich Nietzsche

Luego de que el penúltimo integrante de la 4ta generación de White Room, conocido como Shiro, desapareciera, solo quedó el último sobreviviente de esa generación demoniaca, identificado por el código en clave 4-01: Ayanokouji Kiyotaka. Este joven fue considerado la obra maestra de White Room, el resultado de años de experimentación y manipulación psicológica, un sujeto creado para alcanzar la perfección en cada área.

Con la desaparición de los otros miembros de su generación, las pruebas a las que Kiyotaka fue sometido no solo aumentaron en dificultad, sino que los castigos se volvieron más crueles y despiadados. Las expectativas sobre él trascendían la razón y la moralidad, despojándole cualquier resto de la humanidad. Los estándares que se le imponían ya no eran solo absurdos, sino casi suicidas, como si la institución hubiera dejado de ver en él a un ser humano, y solo deseaba destruir cualquier vestigio de lo que alguna vez fue su esencia, si es que alguna vez lo tuvo . Parecía que ya ni siquiera les interesaba en lo más mínimo crear al 'ser humano perfecto', ahora todos querían ver si lograría convertirse en un monstruo que pudiera destruir cualquier cosa que estuviera enfrente de suya, si tan solo podría replicar los resultados teniendo en cuenta los datos a través de este sujeto, incluso después de su muerte podría producir en masa monstruos que harían temblar al planeta. 

Las pruebas, al principio diseñadas para evaluar su inteligencia, habilidades y resistencia física, se transformarán en un juego de desgaste psicológico. A menudo, Kiyotaka se encontraba en situaciones extremas, desde ser utilizado como un saco de boxeo por luchadores profesionales, hasta enfrentar torturas psicológicas que cualquier mente común no hubiera podido soportar.

Su rostro impasible fue su mejor aliado en esos momentos, y al mismo tiempo, su condena. Nunca mostró miedo, nunca dejó escapar una pizca de sufrimiento, aunque las noches eran las más oscuras. Durante esas noches, enviaban asesinos entrenados a su habitación, con la misión de matarlo. Era una forma de perfeccionar sus instintos, de pulir una parte de él que White Room desconocía, hasta que lo vio desenvolverse como una bestia en su propia defensa. Cada vez que alguien intentaba arrebatarle la vida, Ayanokouji no solo sobrevivía: se transformaba. Aquellos que lo cazaban, a menudo, eran los que terminaban siendo cazados y destrozados.

Sin embargo, con cada victoria, con cada vez que lograba eludir la muerte, una parte de su humanidad comenzaba a desvanecerse. Kiyotaka estaba a punto de enfrentarse a una verdad aterradora: la institución que lo había creado no solo quería destruirlo, sino moldearlo en algo más... algo que ya no sería humano.

En su mente, surgió una pregunta, persistente, implacable: ¿Cuánto más podría soportar sin perderse a sí mismo?

Con cada prueba superada, Ayanokouji empezaba a preguntarse si el monstruo al que había luchado tanto por mantener a raya había comenzado a tomar forma. Si, al enfrentarse a las monstruosidades de su entorno, había comenzado a convertirse en una de ellas.

Cuando cumplió una vez años, los científicos y su padre biológico, Atsuomi Ayanokouji, comenzaron a dejar de lado la idea de crear un genio y establecieron como meta la creación de un monstruo capaz de controlar el país, y si es que no funcionaba, siempre había otros candidatos, posiblemente no tan capaces como Kiyotaka, pero podrían producirse en masa.

Durante ese tiempo el entrenamiento se volvió incluso más despiadado e intenso, cosas como el frío extremo estando desnudo ya no le hacia ningún efecto. Le enseñaban mientras tenia que mantener la respiración debajo del agua, escalar con un peso de 200 kg sobre su cuerpo, incluso llegaron a envenenar su comida para ver si hacia algún efecto, pero no hubo ninguna reacción.

La oscuridad en sus ojos comenzó a desarrollarse, hasta que el color de su iris desapareció, dejando solo unas pupilas grises.

Debido al estrés extremo al que estuvo sometido durante tres años, su cabello dejó de ser castaño, volviéndose blanco como la nieve, hasta la raíz.

Cualquier persona que lo hubiera visto a los diez años no podría haber reconocido ni un solo vestigio de su antiguo yo; su apariencia había cambiado completamente. Ya ni siquiera era la misma persona.

Con el tiempo, la situación se volvió aún más tensa. Algunos luchadores profesionales, al enterarse de su habilidad para aniquilar a sus atacantes, se negaron rotundamente a enfrentarse a él. Ante tal situación, White Room ideó un nuevo experimento: enviarle a los sujetos más problemáticos de la 5ta generación, aquellos que lo odiaban, con la esperanza de ver si alguien podía frenar su ascendente poder.

El resultado de este experimento fue un rotundo fracaso. Algunos estudiantes, liderados por Yagami Takuya, intentaron atacarlo, pero todos terminaron muertos, cada uno destrozado por la brutalidad de Kiyotaka, quien dejó claro una vez más por qué era considerada la obra maestra de ese lugar.

Aunque esta derrota no fue un problema significativo para White Room, pues estaban dispuestos a sacrificar a varios sujetos defectuosos, los inversores habían quedado tan impresionados por los resultados de Ayanokouji que decidieron financiar más proyectos. Sin embargo, ninguno de los sujetos creados en los programas posteriores fue siquiera capaz de acercarse al nivel de la "obra maestra" que Kiyotaka había llegado a ser.

Con cada día que pasaba, la humanidad de Kiyotaka se desvanecía un poco más, y las dudas sobre lo que realmente era comenzaban a tomar forma. ¿Era aún el niño que una vez soñó con tener una vida normal, o se había convertido en el monstruo que todos querían ver? La respuesta parecía cada vez más incierta.

Y aunque su corazón aún latía con la memoria de lo que alguna vez fue, el monstruo dentro de él parecía ser lo único que quedaba.

A los 14 años, comenzaron a inyectarle sustancias diseñadas para mejorar aún más su físico. Sin embargo, el efecto secundario era indescriptible: un dolor insoportable que ningún ser humano podría soportar. Cada vez que la sustancia entraba en su cuerpo, sentía como si su sangre ardiera y su carne se quemara desde adentro, un sufrimiento que desbordaba los límites de lo que la mente podía concebir.

Lo curioso era que, a pesar de esa tortura, ya no sentía dolor. Su cuerpo había alcanzado un umbral tan alto que, incluso en medio de los más terribles castigos, el dolor físico dejó de tener efecto sobre él.

Hoy era un día diferente. Tras haber dejado a varios profesionales al borde de la muerte en el ring, lo llamaron de inmediato porque había algo que ese hombre necesitaba decirle.

Al entrar en la oficina, se encontró con la misma mirada penetrante y fría, una furia silenciosa que siempre irradiaba cada vez que ese hombre le dirigía la palabra. Sin embargo, esa presión ya no era nada para él. Había aprendido a ignorarla, como se ignora el viento que sopla en una tormenta.

'' Siéntate '' No tenia porque no sentarme, así que sin replicar obedecí sus órdenes.

''¿Que quieres?'' preguntó de forma tajante, no era necesario alargar esto demasiado.

Quiero que dejes de dejar a los luchadores en ese estado. Este es el décimo de la semana que dejas incapaz de pelear, uno más que acaba en la enfermería con pocas probabilidades de volver a moverse alguna vez. A este paso, ya no quedarán peleadores profesionales ."

''¿Eso es todo?, no veo el porque no asesinar a alguien, cuando esa persona está buscando quitarte la vida'' era algo que todo el que sabia de la sala blanca debía estar enterado, en este lugar no hay reglas ni cosas como la moral, si debía de matar a alguien, era una pena que se hubiera cruzado en mi camino, ni más ni menos.

''En realidad, te quería felicitar'' Tenía una vaga idea de a qué se refería, pero no podía estar completamente seguro. Si era eso, entonces esa persona sería una decepción.

''¿A qué te refieres?'' Decidí hacerme el tonto por ahora

''No te hagas el tonto, me refiero a que el profesor Ryoto se a suicidado y dejó escritas algunas cosas acerca de la sala blanca'' A si que era eso, vaya decepción es ese hombre, ni siquiera pudo aguantar la culpa por dos años

''¿Es eso así?, no entiendo el porque me dices acerca de esto'' 

"Te lo digo para que sepas que tu plan salió como querías. La Sala Blanca estará cerrada durante tres años, o tal vez más, porque el gobierno ya está empezando a sospechar".

"¿Por qué crees que es mi plan?" Necesitaba saber más para asegurarme de si realmente comprendía toda la situación.

"Desde que ingresó a la Sala Blanca para enseñarte filosofía hace dos años, te enfrentaste varias veces a su pensamiento. No sé qué acciones tomaste, pero estoy seguro de que tú tuviste algo que ver." Básicamente lo había roto psicológicamente. Cuando comencé con mi plan, apenas tenía 13 años. Lo que hice fue buscar al instructor con la mente más frágil y convertirlo en mi objetivo.

Había esperado que el proceso durara unos meses más, pero parece que me pasó. Aunque no revelé mis intenciones para evitar que me atraparan y lo hicieran acabar con él, si eso sucedía, no podría decir nada sobre este lugar.

"Pero aunque no tengo nada que ver con esto, ¿qué debo hacer ahora que cerrará la Sala Blanca?" Me preguntaba si se había vuelto una idiota con el paso de los años. Solo la respuesta me diría la verdad.

"Te voy a dejar hacer lo que quieras mientras esté cerrada. Con el estado actual de la Sala Blanca, ya no puedo controlarte. Si sigo reteniéndote sin tener suficiente poder, no saldré vivo de aquí." Parece que se había vuelto más astuto con la vejez. Ahora, con el estado en que se encontraba la Sala Blanca, tenía la capacidad de destruirla si quisiera. Por eso, me daría mi libertad, pero el hecho de que la Sala Blanca estuviera en ruinas no me garantizaba al cien por ciento que saldría con vida de allí.

Todo había salido según el plan, incluso un perro puede morder a su amo .

''Iré a la Preparatoria Metropolitana de Educación Avanzada'' le envié una mirada condescendiente, mientras el apretaba su puño hasta dejarlo blanco por la impotencia

''De todos los lugares... tenia que ser ese, ¿ Matsuo fue quien te habló acerca de ese lugar, correcto ?'' Matsuo era un hombre que conocí hace dos años, cuando cumplió 13. Al principio, me mantuve lo más distante posible de su simpatía, especialmente porque trabajaba con la persona frente a mí. Pero fue él quien me mencionó ANHS, y cada vez que lo veía, me contaba sobre las cosas que hacía el instructor Ryoto, información que resultó crucial para mi plan.

''Lamentablemente no fue el, lo escuché de uno de los instructores mientras conversaban acerca de que escuela deberían meter a sus hijos'' era una mentira que ya tenia preparada, incluso manipule a algunos instructores para que nombraran a esa escuela para cubrir mis bases y no dejar que ponga en su punto de mira a Matsuo

'' Maldita sea... bien, iras a esa escuela llena de basura, ojala que no pierdas tu brillo, ya que si lo haces no dudaré un momento en deshacerme de ti ''

''No te preocupes, ya estoy lo suficientemente manchado de mierda ''

''Antes de que te vayas te tengo que advertir, nunca olvidaré esto'' sus ojos se volvieron aún más fríos, cosa que haría que cualquier persona normal se congelara de miedo, la última que quien recibió su mirada era el 'el demonio de la 4 generación', quien miró directamente a sus ojos sin inmutarse en absoluto por la mirada de su padre.

''No te preocupes por eso... viejo, todavía te faltan ver muchas cosas'' dije levantándome.

''Antes de que te vayas... arréglate, te ves como un vagabundo'' dijo mientras me lanzaba una liga delgada que yo atrape con bastante facilidad.

Había crecido considerablemente con el paso de los años, al igual que mi altura, que ahora alcanzaba los 6'04" (1.82 m). Sin embargo, mi cabello estaba algo desordenado, ya que nunca le prestaba mucha atención; simplemente no tenía el tiempo. Además, después de cada entrenamiento, siempre quedaba revuelto. Pero ahora que por fin tendría algo de libertad, podría dedicarle un poco más de cuidado.

[N/A: Solo imaginan de que sus ojos son grises, aunque se va a poner lentes de contacto de ese color, por motivos que próximamente se explicarán. Además de que es más musculoso]

"Bien, me voy", dije, levantando la mano en señal de despedida.

"Sí, Matsuo vendrá a recogerte. Te llevará a la mansión", respondió, su tono aún tenso, como siempre.

"¿A cuál de todas?" le pregunté, con algo de indiferencia.

"A la misma en la que estuviste cuando tenías 13 años, donde conociste a Matsuo." Ah, esa mansión... qué buen recuerdo.

"Bien", respondió, cerrando la puerta detrás de mí con un leve golpeteo.

Salí de la habitación, mis pasos resonando en el pasillo largo y frío, mientras pensaba en lo que me esperaba. La libertad era algo que había ansiado, aunque también traía consigo una sensación de incertidumbre.

Mientras avanzaba por el pasillo, visualicé a Matsuo, quien pronto aparecería para llevarme a la mansión. Al llegar a la salida, el aire fresco de la tarde me dio la bienvenida, y la sensación de estar a punto de comenzar una nueva etapa me envolvió. Iba a la escuela, sí, pero más que eso, iba con un objetivo bastante claro, nadie podrá prever lo que tengo planeado, así que les deseo suerte, que es lo único que los puede salvar de un monstruo.