No recuerdo la última vez que ví la luz del sol. No recuerdo la última vez que escuché las risas de los niños que jugaban por las calles de Piltóver. Tampoco recuerdo la textura de las hojas de los arbustos o el sabor de la comida humilde de los barrios bajos de Zaun. Hay tantas cosas que estoy olvidando…
—¿Cómo me veía yo antes de todo esto?—susurré, tan cansado como para gritar; tan vacío como para llorar.
Lo único que mis ojos pueden ver es el largo y maltratado cabello negro que cae por mi frente y me cubre la cara. Puedo sentir la piedra fría bajo mis pies descalzos y ver los barrotes de la mazamorra como una especie de pequeña ventana para la gruesa puerta de madera que me separa de la libertad.
También puedo escuchar voces que se lamentan, gritan con intenciones asesinas y sed de sangre. Todas esas voces le pertenecen a los experimentos que están aprisionados aquí, y yo no soy la excepción. Sin embargo, a diferencia de los demás sujetos, yo soy el único que ha mantenido mejor su cordura. Aunque a veces veo y escucho cosas que probablemente no estén ahí.
Huh… Quiero estirar los dedos de mis manos y alcanzar la luz, pero mis manos están encerradas en una especie de caja extraña que inhibe el poder que la gente de esa facción cuyo nombre no me atrevo a mencionar me dio.
Cuando veo el inhibidor, veo que mis manos están llenas de sangre de muchas personas, y al percatarme de eso, solo puedo lamentarme por las familias de todas esas personas.
—Nunca estuve hecho para esto—me mordí el labio dejando salir una pequeña gota de sangre casi seca.
El olor de la sangre hizo que todos los prisioneros se volvieran locos, los cuales comenzaron a golpear los barrotes y a gritar sin descanso.
No puedo cubrirme los oídos para no escucharlos porque mis manos están metidas en la caja.
Ya no sé por qué sigo vivo. Lo mejor sería morir. Alguien debe matarme en este momento. Quien sea, alguien debe buscar a alguien para matar.
—Quiero morir…
La muerte era mejor que cualquier cosa que haya en esta celda.
Sin embargo…
—Oye, ¿te has preguntado a qué saben los gromps? Yo pienso que su carne debe ser suave y viscosa, pero su sabor tiene que ser un poco fuerte. Viven en pantanos, así que seguro su sabor será bastante exótico.
Es la prisionera que está en la celda de al lado. No puedo verla, pero si puedo escuchar su voz extraña salir y hacer eco en todas las paredes. De entre todos los que están aquí, a parte de mi, ella parece ser la que está más cuerda. Aunque escuché que ella es la peor de todos.
—No lo sé…—le respondí con un susurro. Ella pudo escucharme.
—Cuando salgamos de aquí, vayamos juntos a comernos unos gromps. Tal vez, si tenemos suerte, podrémos comer cangrejos del vacío. Ya no puedo esperar.
Esta persona me tiene cansado. Siempre habla de sus deseos de comer cualquier cosa que se le cruce por enfrente. Alguna vez escuché a los guardias decir que ella solo provocaba problemas cuando el sello se abría. Según ellos, este extraño ser de voz femenina no diferencia entre amigos y enemigos y los ataca a todos por igual, comiéndoselos como si fueran golosinas.
Estar cerca de un ser así no es algo bueno. Se me hiela la sangre de pensar en lo que ella podría hacer si se libera, pero al pensar en eso, no puedo aguantar la risa.
Yo soy igual…
***
Fue un arma creada por la Rosa Negra como una especie de supersoldado con magia y sangre. Tal vez lo más místico de este mundo, lo arcano, corra por sus retorcidas venas.
Ella ha estado encerrada el tiempo suficiente para reflexionar sobre su propia vida. Escucha las voces de los demás experimentos, quienes ruegan por sangre y carne, todos ellos dementes por el hambre incontrolable que los ataca. Ella no es la excepción, ella es igual a ellos, sin embargo, ella también piensa en eso.
—Es como si mi hambre me estuviera hablando todo el tiempo. Nunca entiendo lo que dice, pero sé que nunca está feliz. ¿No te pasa lo mismo?—dijo ella, haciéndole una pregunta al hombre en la celda continua.
Desde las sombras de su celda, en la oscuridad recóndita detrás de los barrotes metálicos de la puerta gruesa de madera, su extraña, pero aterradoramente encantadora sonrisa de dientes afilados, se agrandó mientras hablaba con el hombre.
El hombre, como siempre, no dio una respuesta larga. Simplemente un: "Si. Ajá" se escuchó resonar. El hombre era muy distante con los demás experimentos. De entre todos, él parecía el más triste de todos. Ella a veces podía escucharlo llorar y lamentarse entre sollozos y susurros.
Él era una de las razones por la que ella suele pensar mucho en su propia vida. Como los dos únicos experimentos que aún no están dementes por el hambre, era normal que ella buscase hablar para no volverse más loca.
—Dejando eso de lado. Soy muy fuerte, ¿sabes? No entiendo por qué sigo encerrada aquí. Tenemos que armar un plan de escape. Vamos a explorar Noxus y luego huyamos lejos. Como mi único amigo, es tu trabajo apoyarme, ¿no? Juntos podremos hacer algo para salir de aquí.
Como si estuviera cansado de escuchar la voz de la señorita "hambre contenida", el hombre dejó salir un largo y cansado suspiro.
—No tengo amigos, no eres mi amiga.
—No seas tan cruel—le dijo ella, con un tono de voz bastante animado—Eres mi amigo, el único y original.
—Estuviste aquí mucho más tiempo que yo. Todo este tiempo hablaste sola. Déjame en paz—con ese mensaje cortante, el hombre pareció quedarse dormido.
Ella, un poco decepcionada por la frialdad de su amigo, se golpeó la cabeza contra la pared y cerró los ojos. Justo en esa fracción de segundo, el sonido extraño de una joya rebotó contra algo metálico.
Entre la oscuridad, ella miró hacia arriba, ante el sello que inhibe su poder real y, por consecuencia, su personalidad sanguinaria.
Esa misma noche ella tuvo una idea…
***
Amaneció una vez más en este mundo. Cubierto por su armadura de metal negro, un soldado noxiano sostuvo su lanza con fuerza mientras bajaba las escaleras para hacer la guarida en la prisión donde los experimentos fallidos de la Rosa Negra se ocultan.
Era un día como cualquier otro, sin ninguna complicación extraña, así que el soldado estaba bastante tranquilo mientras patrullaba las celdas. Esta era su primera vez trabajando en esta sección de la prisión y, aunque fue advertido de las horribles cosas que se ocultan en este lugar, él se paseó cerca de las puertas como si fuera normal para él.
Como soldado noxiano, el miedo no existe, solo la lealtad a su nación.
En ese momento se escuchó una voz.
—Oye, ¿quieres escuchar un chiste?
Era la voz de una chica. Curioso, el soldado se acercó a la celda, y en el fondo, unos grandes y brillantes ojos blancos de esclerótica violeta lo miraron.
—¿Qué le dijo el vampiro a la noche?
Acercándose más de la cuenta, el soldado preguntó—¿Qué le dijo?
Y entonces…
—¡Tengo hambre!
¡Boom! La puerta estalló en pedazos y el soldado cayó de espaldas siendo empujado por la gruesa madera. Sus ojos se abrieron de par en par al ver unos dientes afilados acercándose a su cuello. Después de eso, el hombre dejó de pensar, pues un montón de sangre comenzó a chorrear por su garganta, su mente rápidamente se apagó y murió desangrado en tan solo unos pocos segundos.
—Sangre… ¡Sangre! ¡Es tan deliciosa!—ella comenzó a reírse extasiada por el dulce, tibio y metálico sabor de la sangre. Se frotó el rostro y se lamió las manos, dándose un festín con el cadáver del soldado.
Después de eso, ella dejó salir un largo suspiro placentero.
—Y… sigo con hambre—bastante decepcionada para lamentarse, ella miró la puerta al lado de su celda. Sin pensar en nada más que su amigo, ella se acercó.
***
Escuché cosas otra vez, estoy seguro. A veces son las voces de los niños que se divierten persiguiéndose los unos a los otros. En ocasiones son conversaciones cotidianas que solían tener los habitantes de Piltóver por las mañanas. Incluso había aullidos y gritos distantes, como también sonidos de objetos aleatorios.
Esta vez estoy seguro que escuché algo romperse con fuerza estrepitosa y ruidosa. Sin embargo, mientras me encogía en la esquina de mi prisión, la risa maníaca de ese extraño ser que me habla todos los días resonó en todas las paredes.
Fue en ese momento en el que me di cuenta que esto no era una jugarreta de mi mente.
Cuando abrí los ojos mirando a través de mi cabello, la puerta delante de mí estalló en pedazos y unos horribles ojos grandes me miraron. Una joya extraña sobre una picota metálica, bastante afilada, brilló con el color de la sangre y una sonrisa de dientes amarillentos y afilados se agrandó entre la oscuridad.
—¡Llegó la hora de irnos, amigo!
Era ella. La estoy viendo por primera vez… Al escuchar su voz detrás de la pared, nunca me imaginé cómo se vería esta misteriosa criatura. Al escuchar su voz, siempre se me venía a la mente cualquier tipo de horrible criatura creada por las malvadas manos de esas personas. Pero sorprendentemente no fue así.
Se veía como una chica joven de piel gris pálida y cabello blanco manchado de sangre. En apariencia, ella se ve bastante amigable. Pero…
—Ahora que te veo de nuevo, recordé que la primera vez que te vi fue a través de las barras de metal. Eras muy enano y flaco, pero has crecido, y sigues flaco.
Mientras ella decía esas palabras con un tono de voz bastante amigable, lo único que pude ver frente a mi era a una asesina cubierta de sangre.
De pronto, se escucharon las voces de los centinelas de la prisión y la chica miró a la puerta.
—Habrá tiempo para hablar después. ¡Es hora de comer! Digo… ¡Es hora de correr!
Ni siquiera reaccioné ante eso. Antes de siquiera poder procesar lo que acababa de ver, la chica extraña salió de la celda, lo que a su vez me dejó viendo a la puerta destruida como un idiota.
—Luz…—susurré, pues ha pasado mucho tiempo desde que vi algo de luz.
Una tenue luz se extendía por el pasillo como si proviniera de otro mundo. Con miedo, acerqué la punta de los dedos de mi pie y, al sentir el calor, entendí que esta era una oportunidad.
Si no logro escapar, alguien me matará. Si lo pienso de esa forma, sería una doble victoria para mi y eso, a su vez, es lo mejor que podría pasarme desde los últimos años.
Mi cuerpo se incorporó por sí solo poniéndose de pie. Aun soy débil. Estirar mis piernas me duele, así como tocar el suelo con todo el peso de mi cuerpo sobre mis pies. Pero desde que sentí el calor de la luz, algo en mi despertó después de tanto tiempo.
Instinto de supervivencia…
Incluso si duele. Incluso si siento que voy a llorar, puse un pie delante de otro y corrí con todas mis fuerzas.
Mientras me alejaba corriendo por el pasillo cuyas paredes estaban llenas de celdas, me vi a mi mismo en una esquina de una de esas celdas. Vi al joven muchacho que se convirtió en hombre estando aprisionado en esos cuatro muros.
Las voces de los monstruos resonaron mientras intentaban romper las puertas, pero llegué a la salida de la sección justo unos segundos después. Mi rostro se sintió abrumado, mis ojos fueron fulminados por la luz que se extendía a la lejanía.
Pero me detuve a medio camino porque allí estaba ella. Decenas de soldados la atacaban con las hojas afiladas, pero ella, sin importar si salía herida, se reía vigorosamente mientras que la picota sobre sus hombros se partía en dos. Cuando eso pasó, la cara de la joven chica que vi se deformó con una mirada de llamas sangrientas que aniquilarían todo a su paso.
—¡Comida! ¡Comida! ¡Más! ¡Dame más sangre!
Ella fue detrás de los soldados que de un momento a otro comenzaron a correr por sus vidas, pero para ellos fue imposible escapar.
Yo me quedé congelado mirándola, pero luego sentí un escalofrío en la espalda y mis piernas temblorosas se movieron una vez más.
—Ella es la peor de todos estos monstruos.
—Fue un desperdicio de recursos.
—Un arma tan estúpida que ataca a sus aliados no sirve de nada.
—Nadie puede controlar su hambre. Ella seguirá así para siempre.
Las voces de los guardias que alguna vez dijeron todas esos diálogos resonaron en mi mente. Mientras corría, escuché el sonido del metal chocando contra el suelo y la respiración asesina de esa chica.
Miré a mis espaldas, solo para ver que ella me seguía con la misma mirada sanguinaria. Ella seguía repitiendo la misma palabra sin descanso.
Sangre…
Impulsado por una fuerza misteriosa en las profundidades de mi mente, use todo lo que mi delgado cuerpo tenía para ofrecer y corrí como nunca antes he corrido.
Detrás de mí los guardias siguen atacando y gritando, pero yo ya no volví a mirar atrás.
Estoy sorprendido conmigo mismo por haber resistido tanto, pero ya estaba por llegar a esa gran puerta. Han pasado años, pero aún recuerdo la primera vez que me trajeron a este lugar y por donde tenía que irme.
Pronto me encontré a una gigantesca puerta que estaba cerrada. Detrás de mí la voz de esa chica gritó y, por una fracción de segundo, me rendí. Esta era la puerta que te sacaba del infierno, pero irónicamente está cerrada para este pobre diablo.
Una fuerza abrumadora me empujó contra la puerta, lo que hizo que la entrada se abriera de golpe.
Ella cayó encima de mí, con esa aterradora mirada. Abrió su mandíbula dentada lista para comerme, pero se detuvo en el momento que esa extraña gema roja flotó sobre su espalda, cerrando la picota herméticamente.
—Hehehe. Eso fue divertido—y la misma voz animada volvió a escucharse—Al fin salimos, amigo. Ahora el festín apenas comienza.
Un profundo silencio se sintió. Cuando me di cuenta de que estaba fuera de la celda, cuando entendí que no iba a morir, yo… yo apoyé la cabeza en el suelo y suspiré. Al ver la luz del sol sobre mi, el cielo azul tan claro que parecía un sueño…
—Sniff… Ah…—finalmente me rompí, llorando y gritando mientras esa chica me miraba—¡Ahhhhhhhh!—soy libre, no podía creerlo.
—¿Y ahora por qué lloras? ¡Deberías estar feliz! ¡Esta es nuestra libertad!
Yo no le dije nada, solo ahogué mi llanto y me senté en el suelo.
—Di algo al menos. Uh, ya sé. Las personas tienen nombres. Yo tengo nombre y tú no lo sabes. ¡Hola, soy Briar! ¡¿Cómo te llamas, amigo?
Era una pregunta sencilla, pero yo nunca había pensado en eso. El monstruo que rompió en pedazos la puerta de mi celda tenía nombre, se llama Briar.
—Mi nombre…—susurré, tratando de recordar. Cuando las palabras aparecieron en mi mente, las dije sin más—Me llamó Midas Cibeles.
Y la chica sonrió con sus dientes afilados.