"Una verdadera lástima... Tanto potencial desperdiciado en un solo lugar, reducido a este montón de basura sin propósito..."
Una voz resonó en la oscuridad. Fría. Cansada. Decepcionada.
Las pisadas se alejaron con prisa, cada una marcada por la furia y el desprecio. La silueta de su dueño se desvaneció entre las sombras, dejando atrás un campo de muerte. El aire estaba espeso, cargado de un hedor indescriptible: carne quemada, sangre estancada, cenizas flotando entre restos irreconocibles.
Pero algo sucedió.
Desde el techo de la habitación, una gota brillante cayó. Y luego otra. Y otra.
Como si respondieran a su llamada, pedazos de carne empezaron a desprenderse de los cadáveres desperdigados. Retorciéndose, arrastrándose, reuniéndose en un único punto. La masa informe se agitaba con desesperación, cada trozo compitiendo por absorber el líquido luminoso que se filtraba desde lo alto. Pero al final, en lugar de devorarse entre sí, se fusionaron en una única entidad.
La amalgama se encogió, compactándose poco a poco hasta convertirse en un pequeño bollo translúcido. Vibraba. Respiraba.
Pero no pensaba.
No sentía.
Solo permaneció allí.
…
El tiempo pasó. ¿Días? ¿Meses? No lo sabía.
Algo dentro de él se agitó, apenas un murmullo en su recién nacido ser. Un latido errático que no sabía interpretar.
Y entonces, una voz surgió.
"Hay algo distinto en mí."
El pensamiento lo sorprendió. No sabía qué significaba, ni por qué lo tenía. No recordaba haber existido antes, pero tampoco recordaba no haber existido.
No sabía nada.
Solo… que tenía hambre.
Se movió por primera vez, y su cuerpo obedeció con torpeza. Se arrastró sin rumbo, sin propósito. Pero al poco tiempo, el movimiento se hizo más fluido. Natural. Como si siempre hubiera sido así.
Se topó con algo.
"¡Hiiiic!" Slurp.
Un nuevo estímulo recorrió su ser.
"Delicioso. Repugnante. Todavía tengo hambre."
Probó otra cosa. Y otra.
Cazar. Cazar. Cazar. Cazar.
No sabía qué comía, solo que debía hacerlo. A veces crujía. A veces era blando. A veces movía cosas dentro de él. Pero nunca se detenía.
Se convirtió en un ciclo monótono, repetitivo. Comer. Moverse. Dormir. Comer. Moverse. Dormir.
Pero, con el tiempo, empezó a notar cambios.
Su cuerpo era más ágil. Más fuerte. Sus movimientos, antes pesados y torpes, ahora eran veloces, flexibles. Percibía su entorno con más claridad.
"Puedo consumir más rápido."
El hambre nunca desaparecía del todo, pero ya no lo dominaba.
Fue entonces cuando se dio cuenta de algo.
Había un lugar en la habitación. Un sitio extraño. Su ser se encogía cada vez que lo miraba, aunque no entendía por qué. Algo primitivo dentro de él lo llamaba y lo repelía al mismo tiempo.
La puerta.
No era como los demás obstáculos. Tenía algo más.
Dolor.
Sí. Eso era.
"La puerta dolorosa."
La evitó al principio. Le gustaba la monotonía. Comer, moverse, dormir. Comer, moverse, dormir. Pero la puerta no desaparecía.
Estaba ahí.
Esperándolo.
"Tal vez no vuelva a este lugar."
Una nueva idea se formó en su mente errática.
"Necesito explorar. Comida mejor. Quiero sentir cosas nuevas."
Se deslizó hacia la puerta. Swish. Swish. Swish. Swish.
Y entonces lo sintió.
Algo diferente.
El aire era más denso, el suelo vibraba de manera extraña. No sabía por qué, pero su ser se contrajo de manera involuntaria.
Miedo.
No entendía la sensación, pero la reconocía.
"Llegó la hora. Tal vez no sea buena idea. Hola, dolor."
Dudó. Su cuerpo tembló. Pero algo dentro de él lo impulsó.
Se retiró. Pero luego, con una decisión repentina, saltó.
"¡Aaaahh!"
Su cuerpo golpeó el suelo y la vibración lo sacudió de pies a cabeza. Todo su ser se estremeció con una fuerza que no podía manejar.
"Esta vez es demasiado fuerte. ¡No! Me desmayo..."
Negro.
Dolor.
Tardó en volver en sí. Algo lo tocaba.
"Hola, pequeño... ¡Auh!"
Se agitó, sintiendo un peso extraño sobre su cuerpo. No podía quedarse. No debía.
¡Huir!
Se retorció, forcejeó con todas sus fuerzas, pero algo lo sostenía.
"¿Qué se supone que eres? ¿Una babosa fantasma? No siento nada de ti."
Pánico.
Sin pensarlo, se partió en dos.
Cayó.
"No sabía que podía hacer eso... ¡Aaaahh!"
No había tiempo para procesarlo. Se arrastró con desesperación hacia un agujero en el suelo. Una abertura oportuna. Un escape.
Detrás de él, unas garras gigantes intentaron alcanzarlo, pero no lograron entrar.
Respiró—o al menos, hizo algo parecido.
"Esto no es a lo que estoy acostumbrado. No sabía que afuera era tan peligroso. Debería haberme quedado adentro."
No.
"Sigo vivo. Esto no es lo último de mí. Solo debo... descansar un momento..."
Demasiado dolor. Demasiado caos.
Oscuridad otra vez.
Al otro lado del agujero, la criatura de las garras gigantes se quedó observando el suelo con indiferencia.
"Oh no. Era demasiado frágil. Qué asco."
Se limpió el moco pegajoso en la pared con total desinterés y se marchó.
No se dio cuenta de que el mismo líquido viscoso que había despreciado comenzaba a moverse de nuevo.
Lentamente. Incesantemente.
Arrastrándose hacia el agujero.