Alfa Derrick entró en el gran salón de la casa de la manada, sus pasos pesados con propósito.
Los ancianos ya estaban sentados alrededor de la larga mesa de madera, sus rostros una mezcla de preocupación y curiosidad.
Tomó su lugar en la cabecera de la mesa, sus ojos agudos escaneando la habitación.
—¿Alguien ha recopilado alguna información sobre el tiroteo de anoche? —preguntó, su voz calmada pero con un filo de autoridad.
Por unos momentos, la habitación estuvo en silencio, la tensión palpable. Entonces, el médico de la manada se levantó lentamente, inclinando la cabeza respetuosamente antes de hablar.
—Permítame, Alfa, abordar este asunto.
Derrick dio una leve asentimiento, gestuando para que procediera.
—Nadie sabe con certeza quién estuvo detrás del tiroteo ni sus razones para haber llevado a cabo tal acto atroz aquí.
Sin embargo, encontramos rastros de sangre cerca de la escena.