Mientras estaba allí parada, en silencio y atónita, podía sentir los ojos de la Señora Elena sobre mí, llenos de curiosidad.
—Kimberly, te hice una pregunta. Necesito una respuesta —dijo con firmeza, su mirada intensificándose mientras me miraba directamente a los ojos.
Tragué con esfuerzo, levantando mi rostro para encontrar su mirada. —Señora, no sé qué respuesta espera. No siento nada por haber visto al Alfa ayer —dije, intentando mantener mi expresión neutra.
La Señora Elena dejó escapar un pequeño suspiro, sus ojos se estrecharon ligeramente. —Mentirme no te hará ningún bien, Kimberly. Solo te hará daño a largo plazo. Sé honesta. Ahora, dime la verdad.
Ella se acercó, sus ojos perforando los míos mientras esperaba mi respuesta. Había una leve sonrisa en su rostro, pero yo sabía que no estaba bromeando.